Caso Lavado | Leonardo Fariña conoció a uno de sus socios en General Pico

El excéntrico Leonardo Fariña, el hombre que estuvo vinculado a Lázaro Baéz (apuntado como testaferro de Néstor Kirchner), comenzó su escalada a partir de una sociedad que entabló con el contador Daniel Alejandro Bryn, que pertenecía a la empresa multinacional Dow Agrosciences, que a su vez tenía como representante en el norte de La Pampa, a Fedea S.A..(Foto Arch.: Diario Política)

El primer encuentro entre ellos se dio a principios del 2010. Así lo ratifica en su edición de ayer el diario La Nación y ratifica una información que había adelantado La Reforma el 17 de abril de corriente año.

Leonardo Fariña no tenía plata, título universitario o contactos. Pero era capaz de ofrecerle el Obelisco a quien se le pusiera delante y prometer ganancias al desprevenido. Así llegó hasta Lázaro Báez. Y así se hizo millonario. En un golpe de fortuna que terminó mal, con una huida que continúa hoy, según surge de los testimonios de 20 personas que lo conocieron durante su ascenso, apogeo y escándalo, y decenas de declaraciones judiciales, correos electrónicos, documentos privados y públicos a los que accedió La Nación.

La imagen que surge de Fariña es muy distinta de la que él alienta. Muestra a un muchacho que hablaba de operaciones millonarias para comprar Telecom con una familia real de Medio Oriente o de financiar el proyecto Condor Cliff -La Barrancosa con sus contactos en el Banco de Desarrollo de China, pero que pedía $ 500 prestados para la cuota de alimentos de su hijo. O que decía ser hijo de Néstor Kirchner -y fue el centro de un llamado de la Presidenta, y acaso de un encuentro en Roma-, pero volvía a su ciudad, La Plata, en colectivo. Hasta que llegó el momento en que, a fines de 2010, se ganó la confianza del socio K. Y luego su furia.

Para principios de 2010, Fariña no conducía Ferraris. Sólo ofrecía contratos de leasing de The Capita Corporation, del Banco Comafi. Iba a distintas empresas, pedía reuniones y tiraba el anzuelo. Así fue como viajó hasta General Pico, La Pampa, junto a un ejecutivo de Plus Carga, y conoció a Gabriel Bryn, de Fedea – Dow Agrosciences. Luego se reunió con Juan Macedo, de Nación Fideicomisos.

Bryn y Macedo presenciaron su evolución, con el Audi Lounge, ahí nomás del Canal 7, como su base de operaciones. Desde allí también tejió negocios con la provincia de Córdoba -y se contactó con el hijo homónimo del exgobernador Eduardo Angeloz- y Santa Cruz, hasta que logró venderle un contrato de leasing para camiones a Austral Construcciones. Así tendió su primer puente con los patagónicos.

Fariña tentó entonces a Bryn con otro proyecto. Le propuso armar un fideicomiso con los certificados de obra de Austral Construcciones. De ese modo, Báez podría aflojar el torniquete que sentía alrededor de sus empresas y ellos embolsar una fortuna. El cálculo era el siguiente: juntas, Austral y las constructoras Kank y Costilla y Sucesión Adelmo Biancalini, podían acumular hasta $ 350 millones en certificados, y por armar, negociar y conseguir el fideicomiso, la dupla pretendía cobrar el 3% (unos $ 10,5 millones), más otro 0,1% por su gerenciamiento mensual.

Para eso, el muchacho de rodete necesitaba de Bryn. ¿Por qué? Para empezar, porque todo lo que tenía de lanzado le faltaba a Fariña de preparación académica. Aunque en varias reuniones se presentó como contador, le faltaban cuatro materias para recibirse en la Universidad de La Plata y no sabía manejar ni el Excel.

Telecom en la mira

Casi en simultáneo, Fariña encaró otro proyecto multimillonario junto a un abogado, Matías Casal, y un economista, Jesús Pena Iglesias: comprar Telecom. Llegó a ellos a través de Macedo, con quien Casal coincidió en Nación Fideicomisos. El trío bosquejó la oferta con una sociedad llamada Genevieve Financial Corporation, con un supuesto financiamiento de la realeza de Medio Oriente.

Si la compra de Telecom prometía millones en honorarios, el despertador debió sonar pronto: Fariña -o ‘Mambrú’, como lo apodaron a sus espaldas- llegó a pedirle $ 500 a Pena Iglesias para pagar los alimentos de su hijo en La Plata. Como Ricardo Darín en la película Nueve Reinas, que prometía millones, mientras pedía unos pocos mangos.

Bryn, no obstante, aceptó viajar al Sur. Quiso verificar si era cierto que Fariña conocía a los responsables de Austral Construcciones. Tentado por la fortuna que podían embolsar si concretaban el fideicomiso con el Banco Nación, Bryn tampoco vio una señal de alarma: Fariña barajaba millones en el aire, pero no puso un peso para pagar los pasajes aéreos, que solventó Bryn, por unos 5.300 pesos, en septiembre de 2010.

Allá en el Sur, a Fariña no lo recibieron como a un amigo. Los hicieron esperar durante tres horas hasta que, a las 14, los recibió el gerente administrativo de Austral, Claudio Bustos, pero ni se cruzaron con Báez. Sí saludaron, en cambio, a su hijo Martín, que los trató con cortesía y les dijo de ir a cenar, pero el convite no se concretó. ¿Por qué? Porque a Fariña lo encuadraron como ‘un bocón’ según contaron a LA NACION desde Río Gallegos. ¿Conclusión? Bryn y Fariña cenaron esa noche, solos, en el hotel. A ‘Mambrú’ le tomaría meses ganarse la confianza de los patagónicos, que lo lamentarían.

Ya de regreso en Buenos Aires, dieron el paso siguiente. Constituyeron Andrómeda Corporate Finance S.A.. Pero Fariña lo caminó, al mismo tiempo que a Casal y a Pena Iglesias. Porque ‘Mambrú’ preparó un dossier para Andrómeda con errores de ortografía y otros de amateur -como citar al ‘Stanley Morgan’ en alusión al banco de renombre mundial ‘Morgan Stanley’-, en el que también incluyó el proyecto de Genevieve para la supuesta compra de Telecom por US$ 2.000 millones. Lo circuló entre distintas empresas que pretendían ganar contratos con el Ministerio de Planificación Federal. Incluso se presentó en algunas compañías con información que sólo conocían unos pocos funcionarios sobre el proyecto Condor Cliff – La Barrancosa. ¿Cómo obtuvo esa información?

Por entonces, el país había cambiado por completo, con la muerte de Néstor Kirchner, el 27 de octubre. También Fariña comenzó a evidenciar cambios notables, al mismo ritmo que sumaba puntos con el emporio Báez. Hasta que, según rememoró Elaskar antes de desdecirse, llegó a recibir llamadas diarias desde el Sur. Llamaba Báez, ‘Mambrú’ apagaba la música y lo trataba de ‘señor’.

Durante esas semanas, Fariña y Bryn avanzaron con su proyecto para Austral, que había llegado a Nación Fideicomisos derivado desde el Banco Nación, que preside Juan Carlos Fábrega, viejo amigo de Kirchner desde sus años comunes en Río Gallegos. La negociación se encaró con tres ejecutivos de Nación Fideicomisos: la secretaria general Inés Yamuss; el gerente comercial, Sergio Molina, y la subgerente de Estructuración Legal, Cecilia Albornoz.

Fariña, de todos modos, no se quedó quieto. Le planteó a Bryn armar una rentadora de autos lujosos junto al empresario Carlos Molinari, con quien lo une una larga amistad familiar: Molinari es amigo del padre de Fariña -quien le pidió que le diera un empleo a su hijo-, y Leonardo era amigo del hijo, Matías Molinari.

Los nuevos amigos

Pero justo cuando el tándem Fariña-Bryn parecía más aceitado, comenzó a resquebrajarse. A fines de 2010, Bryn viajó a Capital Federal desde General Pico y Fariña lo sorprendió con una invitación a almorzar a Cabaña Las Lilas, a la que llegó en un Audi TT. Allí, Bryn se enteró de que ‘Mambrú’ tenía un hijo pequeño. Lo supo porque el padre de Fariña le recriminó que gastara una fortuna en un coche pero no le pasara alimentos al chiquito.

Por esos días, Fariña ya se mostraba con un par de nuevos amigos llamados Maximiliano: Goff Dávila y Acosta. Con el primero impulsó una sociedad, Marlin Group; con el segundo, la compra de un campo en Uruguay. Pero el ‘valijero’ mostraba, además, un nivel de gastos superlativos, junto a un financista, Federico Elaskar.

Poco después, en enero de 2011, ocurrió la ya legendaria fiesta en Punta del Este, entre botellas de champagne Cristal y el alquiler de dos aviones charter. El muchacho ya estaba lanzado al estrellato, con fajos de dinero ajeno. Y para febrero, la metamorfosis era total.

“Venite que estoy en SGI”, le planteó a Bryn, que ya casi no lograba ubicar a su socio por teléfono. Allí, en ‘La Rosadita’, Fariña le presentó a Elaskar, que luego definiría a ‘Mambrú’ por televisión como un ‘cadete millonario’ que ya se encargaba de las ‘operaciones por cuenta y orden’ de Báez por ‘50, 60 millones de dólares’. Pero a Bryn le llamó la atención algo más carnal: Fariña se había tatuado una cruz y unos números. “Es la fecha en que conocí a Karina”, explicó, en alusión a la modelo Karina Jelinek. Se iban a casar.

‘Si no se muestra, lo matan’

La fiesta la pagó Molinari, pero cuando casi un año después estalló el escándalo dijo que le desagradó la ostentación de su exempleado. Lo mismo afirmó Elaskar para explicar porqué se abrió de Fariña. ¿Qué les molestó? Según sostuvieron por separado, su aparición en el programa de Susana Giménez, junto a Jelinek, el 11 de mayo de 2011. “Recuerdo que ese día -contaría Elaskar- fue el día que yo dije basta”.

La objeción pública de Molinari contrasta, sin embargo, con lo que repitió a puertas cerradas. Relató que Fariña debió levantar su perfil porque se había quedado con dinero ajeno. “Si no se muestra, lo matan”, dijo, sin precisar quiénes podían querer su cabeza.

Inhallable ya Fariña en sus teléfonos o incluso el Audi Lounge, Bryn recién pudo volver a localizarlo en mayo. Quería saber qué había pasado con el fideicomiso. “Se cayó porque no se consiguió la garantía adicional”, fue la respuesta. Curioso: ante la Justicia dijo hace unos días que para esa época ya marchaba todo viento en popa con Báez y esa operación.

Desconfiado, Bryn rastreó las huellas. Hasta que descubrió que en junio, Nación Fideicomisos le dio luz verde final a la operación con Austral Construcciones. Salió otra vez a la caza de Fariña y esta vez le fue a la rodilla.

-Vos me cagaste.

La respuesta de su socio lo descolocó.

-Ah, ¿salió? ¡No sabía!

Un faltante millonario

Fariña acababa de volver de su luna de miel en Italia y su situación había dado un vuelco. Pérez Gadín le había dado un ultimátum a Elaskar por un faltante de dinero de Báez. Según el entonces dueño de SGI, Fariña había completado operaciones durante el primer semestre de 2011, y ‘a su jefe no le cerró la caja a mitad de año; se ve que lo auditó [y] empezó a ver qué hacía [Fariña] con el dinero’. También Fariña aludió a ese agujero, pero se lo adjudicó a su entonces amigo, que a su vez retrucó: ‘El faltante lo tiene él’.

Así, entre junio y julio de 2011, Pérez Gadín ordenó el desembarco hostil en SGI de dos colaboradores, Jorge Cerrotta (gerente en la estatal Enarsa, bajo la órbita de De Vido) y Eduardo Castro. Juntos, venían de actuar como síndicos titulares del Banco Privado de Inversiones (BPI), controlado por el Banco Macro de Jorge Brito. No sólo eso, Elaskar debió además renunciar a la presidencia de la financiera.

Bryn también comenzó a abrirse de Fariña. Para eso emprendió una larga cadena de cartas documento para forzar a su socio a despegarlo de Andrómeda Corporation. Sólo lo logró cuando tras enviarle las intimaciones a su casa, se las envió a su padre en La Plata. Entonces sí, el 23 de septiembre, concretaron el traspaso de las acciones de Bryn, por apenas $ 6000, a nombre del padre del supuesto valijero.

El 21 de octubre, también SGI se convirtió en otra firma. Elaskar ya se había desprendido de sus acciones a favor de Ser Norte Holding S.A. que ocultó a la verdadera controlante, Helvetic Services Group. Dos días después, Elaskar se marchó a Estados Unidos. No volvió durante un año. Según él, debió entregar SGI si ‘no quería terminar como Sebastián Forza’ -el protagonista del Triple Crimen- bajo la advertencia de que los patagónicos ‘eran peores que los colombianos’. ¿Quién se lo dijo? Pérez Gadín, según Elaskar, quien venía ‘por parte de Lázaro’, con el fin de ‘arreglar los chanchullos que hizo Leo’.

Fariña optó por quedarse en la Argentina, pero elevó aún más su perfil. El 13 de diciembre lanzó varios mensajes crípticos en el programa Animales sueltos : “Si esto no se soluciona, hay una serie de personas que van a caer en la volteada y no tendrían por qué. Hay empresarios, de todo”. Luego rechazó seguir la senda de Elaskar: “Y ojo con amenazar a mi esposa y mi familia”.

Casal y Pena Iglesias -los del sueño por Telecom- escogieron una tercera vía, al igual que Goff Dávila, que al igual que Fariña también mostró gastos sorpresivos, al parecer con auto BMW Z4 y departamentos incluidos. Acudieron a Pérez Gadín en SGI.

Ante el emisario de Báez, Goff Dávila actuó como si le estuviera devolviendo su cuota de dinero. ¿Cuál? Hay tres operaciones bajo la lupa: el campo ‘El Entrevero’ de Uruguay, otro campo de 3400 hectáreas en Mendoza que Fariña compró ‘en comisión’, en diciembre de 2010, por US$ 5 millones y el fondeo para una financiera disfrazada de cooperativa.

Ante la consulta específica de La Nación, Goff Dávila desmintió haber hecho negocios con Pérez Gadín. Pero sí confirmó que lo conoció cuando el contador de Báez ‘se presentó como auditor de Fariña, para ver unos negocios, que le conté que no habían prosperado’. Y detalló que con Fariña intentó tres negocios, que tampoco caminaron.

El otro amigo de Fariña, Acosta, ni necesitó ir a ver a Pérez Gadín. Por teléfono, el contador de Báez le dijo que Fariña lo había estafado, que tenían ‘el futuro comprado’ y que si él seguía la senda también tendría ‘la vida comprada’.

-¿Es una amenaza? -retrucó Acosta, según rememoró ante la Justicia, a principios de este mes.

-Tomalo como quieras- fue la respuesta de Pérez Gadín, según Acosta, que relató las supuestas amenazas telefónicas que recibió después, y que lo habrían llevado a refugiarse en Concordia y en Uruguay.

Casal y Pena Iglesias también peregrinaron hasta Pérez Gadín. Le aclararon que no tenían nada que ver con el enriquecimiento de ‘Mambrú’ y sondearon si tenían algo que temer. Se marcharon de allí tranquilos, sosiego que no se extendió a Fariña. El mensaje del nuevo mandamás de ‘La Rosadita’ resultó por demás inquietante.

Rumores que inquietaron a Cristina

Puesto a decirlo todo y proponerlo todo, Leonardo Fariña llegó a alturas inusuales. Poco después de la muerte de Néstor Kirchner, en octubre de 2010, comenzó a afirmar entre algunos interlocutores que era hijo del ex Presidente, mientras que a otros les dijo que no era su vástago, pero sí que lo conocía y que tenía un vínculo con él. ¿Por qué? ¿Para que se le abrieran puertas en el Gobierno y en el sector privado que de otro modo hubieran permanecido siempre cerradas? Sólo él lo sabe.

El ruido, sin embargo, llegó hasta la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que llamó a por lo menos un funcionario de extrema confianza de su marido fallecido para preguntarle si era posible que el muchacho de rodete y perfil cada día más elevado fuera hijo de Kirchner. Le preguntó, en concreto, si él sabía algo. La respuesta se diluyó entre frases de compromiso y alegaciones de ignorancia.

Las versiones alrededor de Kirchner y Fariña comenzaron a volar, potenciadas por las negativas a la prensa del muchacho a preguntas que nadie le había hecho. “No soy hijo extramatrimonial de Kirchner, no cobré ninguna herencia luego de su muerte como aseguran por ahí”, le dijo, por ejemplo, al diario sensacionalista Muy, en mayo de 2011. Pero, así, negándolo, difundía aún más ese rumor entre quienes hasta entonces no lo habían escuchado. Lo mismo que ocurrió, tras el estallido del escándalo. “Yo no soy el hijo de Néstor”, lanzó en Intrusos, pero de inmediato añadió que lo conoció ‘comiendo un asado’ y ‘jugando un partido de fútbol’.

Las especulaciones volaron aún más alto tras la luna de miel de Fariña en Italia. Al volver, fue su flamante esposa, Karina Jelinek, quien sorprendió a todos cuando contó detalles sobre un supuesto encuentro entre su marido y la Presidenta, donde ambos habrían coincidido en Roma, a principios de junio de 2011.

Según contó Jelinek a sus amigas, Fariña le dijo una mañana, de improviso, que se fuera de compras sola por la capital italiana porque él debía hablar con ‘Cristina’ en su hotel. ¿Existió esa reunión? ¿Fue un desvarío más de Jelinek? ¿Fariña le mintió?

Sólo se sabe que, de improviso, la pareja acortó una semana su viaje, mientras que la Presidenta quedó envuelta en versiones confusas sobre un golpe de calor y su faltazo al desfile militar por los 150 años de la unificación de Italia, el 2 de junio, rumores que sus colaboradores refutaron indignados.

La Reforma

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