El chofer de Neruda identificó al agente Michael Townley como supuesto asesino del poeta
Manuel Araya, quien fue chofer de Pablo Neruda, es querellante en el juicio que busca establecer la causa de la muerte del escritor y sostiene que éste fue asesinado, acusó hoy al agente estadounidense Michael Townley de haber envenenado al Premio Nobel de Literatura. (Foto: Télam)
"El doctor Sergio Drapper acusa a Price y por las características físicas que da (1,80 de estatura, rubio), seria Michael Townley quien hizo la maldad contra Neruda, y otros dos más que ya están identificados en la investigación que lleva el juez Mario Carroza", dijo Araya en una entrevista con la agencia noticiosa italiana ANSA.
El 19 de septiembre de 1973, ocho días después del golpe de estado que derrocó al gobierno del presidente socialista Salvador Allende, Neruda, que padecía cáncer de próstata, fue internado de urgencia en la clínica privada Santa María, de Santiago, donde falleció cuatro días más tarde.
Oficialmente, la causa de su muerte fue el cáncer, pero hace dos años Araya afirmó que el poeta fue asesinado mediante una inyección letal y junto a algunos familiares del escritor solicitaron una investigación judicial que está en curso y para la cual se exhumaron los restos el 8 de abril pasado.
Otros parientes, en cambio, sostienen que Neruda murió como consecuencia de la enfermedad que sufría.
En la misma clínica Santa María falleció en 1982 -todavía durante la dictadura que sucedió al gobierno de Allende- el expresidente Eduardo Frei Montalva, cuyo deceso se atribuyó entonces a motivos de salud, hasta que en 2006 se probó que fue asesinado con gas mostaza y talio.
Townley, casado con la escritora chilena Mariana Callejas, militaba en 1973 en el movimiento ultranacionalista de derecha Patria y Libertad, opositor al gobierno de Allende.
Tras el golpe militar pasó a formar parte de los servicios de inteligencia y en su casa se experimentaba con gas sarín y otras sustancias químicas que se inocularon a opositores a la dictadura.
Townley, procesado por las muertes del excanciller Orlando Letelier y el general Carlos Prats, así como por el atentado en Roma al exvicepresidente Bernardo Leighton, vive en Estados Unidos como testigo protegido, luego de haber reconocido su participación en el primer crimen, cometido en Washington en 1976.
Télam
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