Dakar 2014 | Desde el aire y en helicóptero: una mirada a la otra ruta del Dakar
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Mientras cientos de autos, motos, cuadriciclos y camiones encaran los pedregosos caminos de la primera etapa del Dakar 2014 de Rosario a San Luis, el rally se juega también desde otras máquinas, como los helicópteros que recorren desde el aire rutas decisivas para el éxito general de la competencia. (Foto Télam)
Desde el aeropuerto de Córdoba, los helicópteros de la organización destinados a rescates, a monitorear la carrera y a obtener imponentes imágenes, aguardan las instrucciones de Etienne Lavigne, director del Dakar, para despegar e iniciar la ruta de vuelo.
El primer trayecto aéreo se cubre en un Huei II, un helicóptero de los ’70 y que fue utilizado en Vietnam, pero que se va aggiornando con los años.
Es como el Hércules de los helicópteros, con capacidad para cargar víveres, paracaidistas, camillas y armamento en las guerras. Pero lejos de esa tarea, en el Dakar una de sus funciones de apoyo es trasladar a ocasionales heridos al hospital designado.
La primera parada será en Las Bajadas, punto de partida de la especial, unos 15 minutos después de haber dejado el aeropuerto de Córdoba. Allí, la máquina se une a los otros cuatro helicópteros de la organización.
El helicóptero despierta fascinación entre los entusiastas que llegaron hasta allí para ver el rally. Entre ellos, Elsa, una mujer diminuta y curtida por haber vivido gran parte de sus 56 años en lo alto de la sierra, quien se ofrece -gentil- a guiar a los visitantes hasta la línea de largada.
En el camino, se cruza el chileno Francisco "Chaleco" López preguntando dónde conseguir agua porque se quedó casi sin carga después de un enlace “larguísimo”.
La segunda parada será en el embalse Arroyo corto, un pequeño lago que alimenta la represa de Río Tercero. A escasos metros pasa el kilómetro 75 de la especial, por un estrechísimo camino.
“Cinco minutos antes de que largara la carrera se vinieron unas vacas de un campo vecino a tomar agua. Es que pasan el alambrado porque están acostumbradas a eso”, comenta en el cargado del puesto de la división de la policía de naútica.
El operativo se pone en marcha en segundos: desde el aire los helicópteros reportan el inconveniente, lo mismo que hacen en tierra los policías y gendarmes asignados a la seguridad de la competencia, “objetivo primordial del Dakar”, enfatiza Lavigne.
Minutos después el encargado del campo se lleva a las reses díscolas y se queda apostado bajo un monte de espinillo junto a su caballo ´Ciriano´, para custodiar que no vuelvan a escaparse, momento que aprovecha para ver la carrera.
El viaje continuará a partir de ese momento en un AS50 Euril, de fabricación francesa, que seguirá la carrera pero esta vez llevado a Lavigne, el hombre que está en cada uno de los detalles del Dakar.
Pocos minutos después de despegar, el helicóptero hace sonar una alarma, baja y practica un “estacionario”, suspendido en el aire a muy pocos metros del suelo. El aviso es para un fotógrafo francés que debe abordar la nave. La gente enloquece y saluda al helicóptero con igual pasión que lo hace los con competidores.
Lavigne le indica a su piloto, el chileno Mauricio Neira, el rumbo a seguir. Una nube de polvo se divisa desde arriba. “Ahí están los primeros autos”, señala Etienne, que ve todo tranquilo y sin novedades.
Neira, de 38 años, comenzó su carrera de piloto en la Fuerza Aérea chilena y vuela desde a los 21. Hizo cinco Dakar junto a Lavigne.
“Soy el regalón de Etienne”, dice entre bromas. Lo cierto es que la dinámica del binomio funciona a la perfección.
El primer trayecto aéreo se cubre en un Huei II, un helicóptero de los ’70 y que fue utilizado en Vietnam, pero que se va aggiornando con los años.
Es como el Hércules de los helicópteros, con capacidad para cargar víveres, paracaidistas, camillas y armamento en las guerras. Pero lejos de esa tarea, en el Dakar una de sus funciones de apoyo es trasladar a ocasionales heridos al hospital designado.
La primera parada será en Las Bajadas, punto de partida de la especial, unos 15 minutos después de haber dejado el aeropuerto de Córdoba. Allí, la máquina se une a los otros cuatro helicópteros de la organización.
El helicóptero despierta fascinación entre los entusiastas que llegaron hasta allí para ver el rally. Entre ellos, Elsa, una mujer diminuta y curtida por haber vivido gran parte de sus 56 años en lo alto de la sierra, quien se ofrece -gentil- a guiar a los visitantes hasta la línea de largada.
En el camino, se cruza el chileno Francisco "Chaleco" López preguntando dónde conseguir agua porque se quedó casi sin carga después de un enlace “larguísimo”.
La segunda parada será en el embalse Arroyo corto, un pequeño lago que alimenta la represa de Río Tercero. A escasos metros pasa el kilómetro 75 de la especial, por un estrechísimo camino.
“Cinco minutos antes de que largara la carrera se vinieron unas vacas de un campo vecino a tomar agua. Es que pasan el alambrado porque están acostumbradas a eso”, comenta en el cargado del puesto de la división de la policía de naútica.
El operativo se pone en marcha en segundos: desde el aire los helicópteros reportan el inconveniente, lo mismo que hacen en tierra los policías y gendarmes asignados a la seguridad de la competencia, “objetivo primordial del Dakar”, enfatiza Lavigne.
Minutos después el encargado del campo se lleva a las reses díscolas y se queda apostado bajo un monte de espinillo junto a su caballo ´Ciriano´, para custodiar que no vuelvan a escaparse, momento que aprovecha para ver la carrera.
El viaje continuará a partir de ese momento en un AS50 Euril, de fabricación francesa, que seguirá la carrera pero esta vez llevado a Lavigne, el hombre que está en cada uno de los detalles del Dakar.
Pocos minutos después de despegar, el helicóptero hace sonar una alarma, baja y practica un “estacionario”, suspendido en el aire a muy pocos metros del suelo. El aviso es para un fotógrafo francés que debe abordar la nave. La gente enloquece y saluda al helicóptero con igual pasión que lo hace los con competidores.
Lavigne le indica a su piloto, el chileno Mauricio Neira, el rumbo a seguir. Una nube de polvo se divisa desde arriba. “Ahí están los primeros autos”, señala Etienne, que ve todo tranquilo y sin novedades.
Neira, de 38 años, comenzó su carrera de piloto en la Fuerza Aérea chilena y vuela desde a los 21. Hizo cinco Dakar junto a Lavigne.
“Soy el regalón de Etienne”, dice entre bromas. Lo cierto es que la dinámica del binomio funciona a la perfección.
La cerrera transcurre tranquila por la parte más espesa y alta de la sierra. Pasan Nasser Al Attiyah (MINI), Nani Roma (MINI), Carlos Sainz (Buggy) y Orly Terranova (MINI).
Lavigne no saca los ojos del camino de la carrera. Fue así como hace casi un año, en la etapa de Salta-Tucumán, junto con su piloto divisaron desde el aire un río que bajaba con furia.
“Justo en una curva el agua bajaba con todo. Estábamos a 2.400 metros de altura y avisamos inmediatamente pero el agua igual arrastró a un par de autos y bajamos a buscarlos”, recuerda Neira.
Ese momento quedó inmortalizado como una de las imágenes del Dakar 2013 y en ellas se ve a dos pilotos con sus autos y a otro de moto que son arrastrados por el agua, y a Lavigne rescatándolos
Llega el final de la carrera, los triunfadores, a los que 10 minutos antes vimos luchar en lo alto de la sierra, cruzan la meta y dejan atrás la primera etapa.
Terminada la tarea, el Euril encara hacia San Luis. Serán 50 minutos de vuelo tranquilo. A la altura del vivac, el helicóptero baja y la gente saluda.
Cuando vuelve a levantar vuelo, se pone de nariz a 90 grados, luego de cola y luce su inclinación máxima de 120 grados para devolver la admiración de las tribus dakarianas.
Télam
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