Autorizan que la nafta suba 16% hasta mayo

Kicillof acordó alzas graduales con las petroleras

Sin documentos que lo avalen, en medio del apuro por evitar una suba masiva en los precios de los combustibles y con los dedos cruzados para que el dólar se mantenga en 8 pesos, el Gobierno acordó la semana pasada con las empresas del sector un esquema de aumentos sucesivos en los surtidores de todo el país para los próximos tres meses .

La "tablita", que todas las refinadoras tienen en la mente, pero que no aparecerá por escrito en ningún documento público, estipula alzas máximas de precios para naftas y gasoil de 6,1% en marzo, 5,4% en abril y 3,8% en mayo.

Esta proyección se suma a los incrementos ya aplicados por las empresas del sector: un 7% en enero sin mediar acuerdos con el Gobierno, y otro 6% en febrero, en ese caso avalado por el ministro de Economía, Axel Kicillof, que lo dio a conocer el 5 de este mes. Como resultado del acuerdo, la nafta y el gasoil aumentarán casi 16% en promedio hasta mayo.

En principio, las empresas del sector se plegarán a esa dinámica. Entre ellas están YPF, que lidera el mercado con 55% de las ventas; Shell, Esso (Axion), Petrobras y Oil, la petrolera de Cristóbal López.

Si se toman en cuenta los números de YPF, el litro de nafta súper, que hoy se paga 9,49 pesos en casi todas las estaciones de servicio de esa bandera en la Capital Federal, costará $ 10,06 el mes próximo, $ 10,60 en abril y $ 11 en mayo. La premium, el producto más selecto, escalará de los $ 10,68 actuales hasta $ 12,39 en tres meses.

En ambos casos, según fuentes que participaron en las negociaciones, la evolución es un buen anticipo de lo que ocurrirá en los surtidores. Pero puede haber variaciones. Por ejemplo, Kicillof autorizó días atrás un alza de 6%, que la empresa que conduce Miguel Galuccio aplicó en promedio ponderado, según explicó. Por eso en algunas localidades, como en la Capital Federal y en Pilar, las remarcaciones superaron el 8%, más de lo que autorizó el ministro.

YPF provee el combustible a las estaciones de su bandera -en muchos casos a empresarios pyme que son dueños y las operan- bajo la modalidad de consignación, por lo que los precios de venta los fija sólo la petrolera. En los otros casos, los aumentos seguirán la misma tendencia, pero puede haber variaciones porque funcionan bajo la modalidad de reventa: el dueño de la boca de expendio es quien decide el precio final.

Un ejecutivo del sector recordó además que el 50% del precio es impuestos, por lo que, a mayor precio básico -algo que define cada petrolera antes de los gravámenes-, recauda más el Estado.

Las refinadoras justifican la suba con la devaluación. La compra de petróleo se lleva 80% de sus costos. Si bien lo pagan en pesos, su precio está en dólares y se liquida con la cotización del Banco Central, que atestiguó una pérdida de valor del peso del 23% sólo en enero.

Sobre esa base, Shell subió 12% sus precios a principios de febrero para recuperar terreno, algo que también querían hacer sus competidoras. Pero Kicillof inauguró un raid de discusiones entre los productores locales de petróleo y las refinerías para que trasladaran los aumentos a las estaciones paulatinamente. Las amenazó con crear un tipo de cambio artificial, de $ 6,88 -el oficial cerró el viernes a $ 7,79, pero llegó a $ 8,01 días antes-, para utilizar como parámetro en la compra y venta de petróleo.

Las empresas, que piensan y respiran en dólares, le hicieron una contraoferta: bajarían momentáneamente los precios internos del crudo con tal de que se mantuviera al dólar oficial como tipo de cambio.

Kicillof aceptó bajo presión de los gobernadores (cobran regalías sobre el precio real de venta del crudo), que estuvieron más de acuerdo con la propuesta de las empresas que con la del Gobierno. Para convencer al ministro, los mandatarios provinciales pusieron en marcha esta semana una red de lobby como hacía tiempo no ocurría.

Martín Buzzi, gobernador de Chubut y N°1 de la Ofephi, la organización que reúne a las 10 provincias productoras, criticó en público la propuesta del Gobierno, al igual que el neuquino Jorge Sapag. Su ministro de Energía, Guillermo Coco, había sostenido que, si se aplicaba el acuerdo que evalúa el Gobierno, la inversión petrolera en la provincia caería un tercio.

Para frenar esa pesificación, Sapag volvió a contactarse oficialmente con Guillermo Pereyra, N°2 de la CGT de Hugo Moyano y jefe del sindicato petrolero de su provincia. Estaban distanciados desde las elecciones del año pasado en que el sindicalista fue elegido senador, pero acordaron trabajar juntos contra el plan oficial. El viernes 7, Pereyra llamó al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que lo recibió en la mañana del martes pasado en Buenos Aires. Antes había pasado por la torre de YPF para encontrarse con Galuccio. A esas alturas, la pesificación del mercado había quedado disuelta.

Con el nuevo acuerdo, el petróleo de Neuquén (el que mejor rinde en las refinerías) costaba US$ 83 en febrero, pero las productoras (Chevron, Pan American Energy, Pluspetrol y Tecpetrol, entre otras) se comprometieron a aplicar un descuento de 14% este mes, de 8,75% el próximo, y de 3,75% en abril, no acumulativos.

Si bien desde la mirada del automovilista los aumentos son una mala noticia, podrían ser incluso peores. El acuerdo entre las empresas y el Gobierno está atado a la estabilidad de variables cuyo futuro es incierto. La principal es el tipo de cambio: si se eleva por encima de los $ 8, toda la arquitectura de precios que se elaboró la semana pasada quedará invalidada..
 
Por Pablo Fernández Blanco  | La Nación

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