"Camino al amor" vuelve a probar que la pasión es más fuerte
https://www.lapampadiaxdia.com.ar/2014/05/camino-al-amor-vuelve-probar-que-la.html
Con gran expectativa de los fans, se estrenó ayer por Telefé la nueva tira de Quique Estevanez, con la dupla protagónica de Carina Zampini y Sebastián Estevanez, calentando la pantalla nocturna con 21.3 de rating, con los que lideró su franja horaria en una emisión de media hora que dejó a los devotos del culebrón clásico con ganas de más.
Las primeras imágenes de la historia de un amor, capaz de sobrevivir al tiempo -15 años de distancia- y a la muerte, pudieron verse algunos minutos después de las 22, y en este caso los fríos números del rating sirven para ilustrar la magia generada por una pareja (Zampini- Estevanez) que supo imponerse en “Dulce amor”, la exitosa tira anterior de la misma señal.
Cuando el relato inauguró la presentación de sus futuros conflictos, fue acompañado por 19.1 puntos de rating, aunque cerca de las 22.28, ayudado por una escena caliente -ensueño de los ex amantes de un encuentro en la ducha- se registraron 19.7 puntos.
Aunque la posibilidad de atisbar el anhelado encuentro entre los miembros de la pareja, anticipado entre las imágenes del capítulo a emitirse esta noche, fue responsable de elevar el termómetro del rating hasta los 22 puntos, a las 22.35.
Un cuento respetuoso de las reglas del género, organizado alrededor de la figura de un padre seductor, encarnado por Rodolfo Bebán, quien osó mantener una vida paralela, junto a la mejor amiga de su esposa y tía de la heroína, resulta el disparador fatídico de la separación de los amantes.
El regreso de la fina estampa de Bebán a la pantalla chica, encarnando al dueño de una empresa de mudanzas, una suerte de “pater familae”, con una legión de enamoradas e hijos en conflicto con su figura y autoridad, suma atractivo al guión.
Colucci es el apellido de este clan integrado -hasta el momento- por el padre, su hijo Rocco (Estevanez) y sus hermanos Vitto (Mariano Martínez) y la abnegada Sol (Sol Estevanez).
De todos modos, un brevísimo encuentro entre el incorregible Bebán y la divertida Betiana Blum hace presumir que el hijo de ésta (Juan Darthés, otro ex “Dulce amor”) puede ser otro Colucci más, aún no reconocido por el experimentado galán.
Los contrastes de vida, tan necesarios para que el culebrón haga sonar su música, se impusieron desde esta primera entrega, donde el mundo urbano del trabajo y los sacrificios parece ubicarse aquí, donde la dama rubia juega de local junto a los integrantes del clan Colucci.
Los blancos escenarios de las playas mexicanas, en cambio, reservan el paraíso para Estevanez, quien está refugiado allí desde hace años, sin lograr perdonar la traición paterna, abandonando a su enamorada por estos lares.
Zampini le pone el cuerpo a Malena, una trabajadora, secretaria en la firma de mentas, madre sola de un hijo empeñado en meterse en peleas, soportando -y apoyándose- en su madre, una sólida Tina Serrano, mientras Rocco parece vivir días de felices, en plena boda idílica con una novia espléndida (Sofía Recca), madre de una niña tan bella y dulce como ella.
Bebán sufre un infarto -la lógica de las compensaciones, no falla- y la enfermedad trae de vuelta a Rocco -recién casado- para subrayar sentimientos que para Malena no parecen terminar jamás, aunque la dureza de él -también- esconde el recuerdo de su novia entre pliegues.
La mística de las duplas de las telenovelas es ya una tradición en la televisión argentina, algo que el genial Alberto Migré tuvo en cuenta al escribir los textos para Soledad Silveyra y Arnaldo André, o Arturo Puig y María Valenzuela, fenómeno de química entre actores, reeditado años más tarde entre el actor paraguayo y Luisa Kuliok.
Las miradas, la intensidad pasional y mucho humor fue el arsenal de recursos que Zampini y Estevanez regalaron a la audiencia en “Dulce amor” y alguno de estos elementos promete aparecer aquí.
“Camino al amor”, de todas maneras, ya dejó entrever algunos condimentos extras, porque en este cuento nada es lo que parece, y los amores más intensos se guardan como el mejor de los secretos y son el motor de las acciones.
Dos historias de amor más fueron prologándose ayer, la de Martínez y la China Suárez, y otra trama paralela vislumbrada, una promesa de algo lindo en materia masculina que la ficción pueda acercarle a la bella y sufrida Sol Estevanez, casada con un hombre (Roberto Vallejos), en apariencia tan mujeriego como su propio padre.
Si se tiene en cuenta que otro galán noble (Juan Darthés) anda tan solo por la vida, haciéndose cargo de una madre desopilante (Blum) y una hija adolescente (Eva De Dominici , quien trabaja también en “Somos familia”), tal vez la ficción consiga otro acierto amoroso.
La emisión de media hora obstruye que la trama pueda desplegar la totalidad de sus encantos, pero la tiranía temporal se extenderá hasta que termine la taquillera “Avenida Brasil”.
La suerte de este prometedor culebrón ya está echada y su poder asegura que el amor batallará para vencer al dolor y al olvido, estableciendo una suerte de justicia romántica, tan esquiva fuera de las pantallas
Télam
Las primeras imágenes de la historia de un amor, capaz de sobrevivir al tiempo -15 años de distancia- y a la muerte, pudieron verse algunos minutos después de las 22, y en este caso los fríos números del rating sirven para ilustrar la magia generada por una pareja (Zampini- Estevanez) que supo imponerse en “Dulce amor”, la exitosa tira anterior de la misma señal.
Cuando el relato inauguró la presentación de sus futuros conflictos, fue acompañado por 19.1 puntos de rating, aunque cerca de las 22.28, ayudado por una escena caliente -ensueño de los ex amantes de un encuentro en la ducha- se registraron 19.7 puntos.
Aunque la posibilidad de atisbar el anhelado encuentro entre los miembros de la pareja, anticipado entre las imágenes del capítulo a emitirse esta noche, fue responsable de elevar el termómetro del rating hasta los 22 puntos, a las 22.35.
Un cuento respetuoso de las reglas del género, organizado alrededor de la figura de un padre seductor, encarnado por Rodolfo Bebán, quien osó mantener una vida paralela, junto a la mejor amiga de su esposa y tía de la heroína, resulta el disparador fatídico de la separación de los amantes.
El regreso de la fina estampa de Bebán a la pantalla chica, encarnando al dueño de una empresa de mudanzas, una suerte de “pater familae”, con una legión de enamoradas e hijos en conflicto con su figura y autoridad, suma atractivo al guión.
Colucci es el apellido de este clan integrado -hasta el momento- por el padre, su hijo Rocco (Estevanez) y sus hermanos Vitto (Mariano Martínez) y la abnegada Sol (Sol Estevanez).
De todos modos, un brevísimo encuentro entre el incorregible Bebán y la divertida Betiana Blum hace presumir que el hijo de ésta (Juan Darthés, otro ex “Dulce amor”) puede ser otro Colucci más, aún no reconocido por el experimentado galán.
Los contrastes de vida, tan necesarios para que el culebrón haga sonar su música, se impusieron desde esta primera entrega, donde el mundo urbano del trabajo y los sacrificios parece ubicarse aquí, donde la dama rubia juega de local junto a los integrantes del clan Colucci.
Los blancos escenarios de las playas mexicanas, en cambio, reservan el paraíso para Estevanez, quien está refugiado allí desde hace años, sin lograr perdonar la traición paterna, abandonando a su enamorada por estos lares.
Zampini le pone el cuerpo a Malena, una trabajadora, secretaria en la firma de mentas, madre sola de un hijo empeñado en meterse en peleas, soportando -y apoyándose- en su madre, una sólida Tina Serrano, mientras Rocco parece vivir días de felices, en plena boda idílica con una novia espléndida (Sofía Recca), madre de una niña tan bella y dulce como ella.
Bebán sufre un infarto -la lógica de las compensaciones, no falla- y la enfermedad trae de vuelta a Rocco -recién casado- para subrayar sentimientos que para Malena no parecen terminar jamás, aunque la dureza de él -también- esconde el recuerdo de su novia entre pliegues.
La mística de las duplas de las telenovelas es ya una tradición en la televisión argentina, algo que el genial Alberto Migré tuvo en cuenta al escribir los textos para Soledad Silveyra y Arnaldo André, o Arturo Puig y María Valenzuela, fenómeno de química entre actores, reeditado años más tarde entre el actor paraguayo y Luisa Kuliok.
Las miradas, la intensidad pasional y mucho humor fue el arsenal de recursos que Zampini y Estevanez regalaron a la audiencia en “Dulce amor” y alguno de estos elementos promete aparecer aquí.
“Camino al amor”, de todas maneras, ya dejó entrever algunos condimentos extras, porque en este cuento nada es lo que parece, y los amores más intensos se guardan como el mejor de los secretos y son el motor de las acciones.
Dos historias de amor más fueron prologándose ayer, la de Martínez y la China Suárez, y otra trama paralela vislumbrada, una promesa de algo lindo en materia masculina que la ficción pueda acercarle a la bella y sufrida Sol Estevanez, casada con un hombre (Roberto Vallejos), en apariencia tan mujeriego como su propio padre.
Si se tiene en cuenta que otro galán noble (Juan Darthés) anda tan solo por la vida, haciéndose cargo de una madre desopilante (Blum) y una hija adolescente (Eva De Dominici , quien trabaja también en “Somos familia”), tal vez la ficción consiga otro acierto amoroso.
La emisión de media hora obstruye que la trama pueda desplegar la totalidad de sus encantos, pero la tiranía temporal se extenderá hasta que termine la taquillera “Avenida Brasil”.
La suerte de este prometedor culebrón ya está echada y su poder asegura que el amor batallará para vencer al dolor y al olvido, estableciendo una suerte de justicia romántica, tan esquiva fuera de las pantallas
Télam
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