General Pico | Una mujer denunció que la secuestraron, robaron y abandonaron en la ruta

La víctima, de 52 años, fue interceptada a la salida de su trabajo por una camioneta. Tras robarle sus pertenencias, y luego de un largo paseo, la mujer fue bajada a los empujones en la Ruta Provincial Nº 1, cerca de la Planta de Reciclado Urbano, donde los secuestradores la arrojaron al piso con los ojos tapados. Pidió ayuda en una parrilla.

Una mujer denunció que el pasado viernes al mediodía fue secuestrada por dos personas a la salida de su trabajo, en barrio Talleres. Los secuestradores le vendaron los ojos, la “pasearon” en una camioneta por la ciudad, le robaron sus pertenencias y la abandonaron en las afueras de General Pico, en cercanías a la Planta de Reciclado RRU. Contó su caso a un medio radial local y admitió que habría personas que podrían querer “asustarla” y que sospecha de alguien, por lo que se trataría de un ajuste de cuentas.

La víctima, Azucena, tiene 52 años y es oriunda de Quemú Quemú y desde hace 3 años vive en General Pico, más precisamente en barrio José Ignacio Rucci, junto a su pareja actual. Trabaja de empleada domestica en varias viviendas de la ciudad norteña.

Este lunes contó lo ocurrido en el programa “Nada es lo que parece”, de la emisora radial “Radiofónica” (FM 96.9). Relató que el pasado viernes, cerca de las 12:15 horas, salió de uno de sus trabajos en calle 4 entre 17 y 19 y se dirigió en bicicleta por la vía impar hacia su vivienda.

Secuestro

Al llegar a la intersección con calle 105 fue interceptada por una vieja camioneta Ford que se le puso a la par. Describió que el vehículo era blanco, con la jaula antivuelco negra y vidrios polarizados. En el interior había dos personas de sexo masculino, de más de 30 años, que llevaban puestos pañuelos en sus rostros, por lo que solo se les veían los ojos.

“De estas personas se baja una, la otra queda arriba, y me dice ‘a vos te estoy hablando’ y yo le dije ‘¿a mí me estás hablando?’, entonces empecé a mirar para todos lados y atine a gritar, y él sacó una arma de su bolsillo y me dijo que no atinara a hacer nada porque iba a ser boleta. En ese momento me cargan la bicicleta, no suavemente, sino que la tiraron arriba de la camioneta”, contó.

Agregó que, a punta de pistola, le dijeron “simplemente me subiera arriba de la camioneta. Me vendaron los ojos con mi propia bufanda, sé que doblaron por la 105, porque en ese momento me di cuenta, después porque calle no sé”. Debido a la imposibilidad de ver, dado que su bufanda era muy oscura, Azucena dijo que posteriormente se desoriento “totalmente”, pero de todas formas notó que “unas vías pasamos y mucho camino de tierra”.

El periplo duró aproximadamente una hora y media, en la cual “preguntaron si yo tenía celular y les dije que no, justo en ese momento me suena el celular y me dijeron que se los dé. Les doy el celular, porque lo tenía en el bolsillo de la campera, ahí se dieron cuenta que me estaban llamando de mi casa. Cada vez que sonaba ellos lo cortaban”. Precisó que los secuestradores notaron de donde venía la llamada porque figuraba en el celular “fijo de casa”.

La damnificada contó dio luego más precisiones sobre el tenso momento vivido: “no me golpearon, pero si todo el tiempo a punta de pistola, el que manejaba le decía al otro que me matara y el otro respondió que no. Después ellos tienen una conversación, porque los llaman por teléfono, el que iba sentado del lado del acompañante –ella estaba en el medio- le dice que no puede hablar, que después lo llamaba”. Agregó que los llamados fueron varios pero que los desconocidos no respondían.

Abandonada

Tras un largo paseo, la mujer fue bajada a los empujones cerca de las 14 horas en la Ruta Provincial Nº 1, cercanías a la Planta de Reciclado Urbano (RRU), en donde la arrojaron al piso, aún con los ojos tapados. Una vez fuera de la pick up, uno de los ladrones le dijo “que pusiera la manos arriba y me revisaron los bolsillos y descubrieron que tenia la plata, porque mientras tanto ellos revisaron toda la cartera y descubrieron que plata no tenía”.

Los autores del hecho la dejaron abandonada llevándose su bicicleta, unos 1200 pesos y su cartera con documentación personal y llaves de su casa y sus trabajos.

Azucena contó que pidió insistentemente auxilio a los automovilistas que pasaban por el lugar, inclusive conocidos, pero nunca nadie paró. Por ello, al no tener ni siquiera un teléfono para pedir auxilio, caminó unos 10 kilómetros hasta que llegó a una parrilla que se encuentra en el acceso noreste de General Pico, a metros de la llamada “Rotonda de Trebolares”.

“Llorando llegue a la parrilla y me atendió una señora, le conté que me robaron todo y me tiraron a la ruta. La señora inmediatamente llama a la Policía, fueron dos móviles y me trajeron a la Comisaría Primera, donde deje asentada la denuncia”, relató y se quejó porque aún no fue citada por la Justicia pese a la gravedad del hecho.

Miedo y sospechas

La víctima dijo tener “miedo, voy por la calle mirando para todos lados” y contó que por el momento no volverá a sus trabajos.

Al ser consultada sobre si tenía sospechas sobre alguien no dudó en afirmar que “sí”, pero se excusó de dar nombres “porque lo voy a decir en la Fiscalía, por seguridad mía”. También asintió cuando fue consultada sobre si podría tratarse de un hecho donde alguien quisiera darle un mensaje o amedrentarla.

“Estoy esperando que actué la policía” reclamó y contó que “hace 15 días que nos abrieron una Toyota, nos robaron dos cuchillos, una linterna, un celular Nokia. Como abrieron al puerta de la camioneta no se sabe, porque no está forzada”. En esa oportunidad también le robaron la caja de herramientas que estaba en la parte trasera.

El rodado era de la firma para la que trabaja su pareja, quien un día antes del secuestro también sufrió otro hecho delictivo, cuando nuevamente desconocidos abrieron otra camioneta en la empresa, esta vez de la marca Isuzu.

Consideró la entrevistada que no hay dudas respecto a que los hechos tienen relación entre sí y dijo que sospecha que “alguien está vigilando”, ya que viven en un sector muy transitado, donde es difícil que nadie viera nada.

Reiteró que solo pudo verle la parte de los ojos a los ladrones y que presume tenían más de 30 años. Aseguró que no conoció la voz de ninguno de ellos y se extraño de que en todo momento “estaban tranquilos, muy tranquilos”.

Sobre la camioneta en la que circulaban dijo haberla visto en varias oportunidades e informó que la Policía la llevó al lugar donde fue dejada y que allí encontraron rastros del vehículo.

“Me preguntaron –los uniformados- si era un arma de juguete. No, era una arma de verdad, era un revolver”, precisó.

El Diario LP

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