Vinos | Del tetra a los clásico finitos ¿qué comprar para no pifiarla hasta 50 pesos?

La góndola de los vinos clásicos esconde sus secretos. Y en esta nota descubrimos algunos, con resultados sorprendentes. (Foto: Planeta Joy)

La cata a ciegas es lapidaria: si de probar y elegir vinos se trata, no hay nada como probarlos sin conocer las etiquetas para así elegir por gusto, libre de todo prejuicio. 
 
Los resultados suelen ser mucho más que notables. Así lo descubrieron los franceses cuando, en el famoso juicio de París, allá por 1976, los vinos californianos fueron los favoritos sobre los galos, catados precisamente por estos últimos, solo que a ciegas.

Siguiendo ese mismo modelo se pueden hacer muchos ensayos. Por regiones, por ejemplo. O por varietal. Pero de todas las catas a ciegas posibles, la que suele ser más iluminadora es por precio. Ya se sabe: el dinero es parte de la percepción favorable sobre un vino, pero no necesariamente un certificado de buen gusto.

Con ese norte, un grupo de bebedores aficionados decidió probar la góndola por debajo de los 50 pesos. La convocatoria fue por twitter, y a este primer encuentro decidieron “arrobar” a tres cronistas del vino. 
 
En total fueron 11 catadores que se juntamos en el Perón Perón (Carranza 2225, Palermo). Y entre tintos y blancos, vaquita mediante, juntaron 29 muestras compradas en el supermercado, fuesen de tetra o botella, de marcas indelebles como Valmont, Resero, Toro Viejo, Súter o López. Y tal como era de esperar, a la hora de la cata, los resultados fueron notables.

¿Por menos de un Sarmiento?


Como consumidores, lo primero que hay que decir es que en esta franja de precio, y con vinos de supermercado, hay diferencias notables de calidad percibida. Y de eso nos dimos cuenta todos en la mesa. No era lo mismo la muestra tinta 3 que la 4 o la 5. Había, de hecho, saltos notables de percepción. Sin embargo, una cosa es digna de ser dicha: salvo una botella, que para más inri era vieja, ningún vino tenía defectos. Algunos, de todas formas, resultaban difíciles de beber.

Pero a la hora de invertir en un vino blanco, por ejemplo, las etiquetas que eligió la mayoría sobre nueve ejemplares fue Etchart Privado ($28). Clásico de la góndola, se destacó entre las otras botellas por su intenso perfume floral y final de pomelo, levemente amargo. 
 
Le siguió Súter Etiqueta Marrón (s/d) que, como salido de un arcón del pasado, revalidó los títulos con que se hizo famosa en los setentas. De un perfil fragante, con boca golosa y buena frescura, es un blanco ideal para aperitivos multitudinarios. 
 
Mientras que el tercero fue Bianchi Chablis ($28), un inoxidable de la góndola, que mereció el aplauso por su notable carácter multifruta, con perfil goloso y fresco a la vez.

Los tres elegidos por el panel ameritan una reflexión: son blancos limpios y aromáticos, con paladar levemente edulcorado –lo que claramente los hace amigbles- pero bien compensado con acidez. Así, no resultan aburridos y en todo caso, por su precio, resultan opciones inmejorables.

Mención aparte merece Facundo ($11,65 en precio cuidados), el tetra con espíritu peleón y revisionista, que incluso evocó melancías veraniegas en el recuerdo de los catadores.

Tintos (van quedando pocos)


En la serie de los vinos tintos, dieciocho en total, lo que quedó claro para todos es que conviene mejor invertir unos pesos más y comprar mejor. Salvo honrosas excepciones, que fueron también las más aplaudidas por el panel. 
 
Con todo, tres cosas son destacables del conjunto: vinosos en su aspecto central –no frutales, aclaramos-, llama la atención el dulzor leve y la castración de taninos que emparenta a este grupo. Una ecuación que cuando se han probado mejores vinos, deja gusto a poco. Y que obliga a repensar esta gama de precio, al menos en términos de los productores.

En cuanto a los resultados de la cata, el vino elegido por mayoría abrumadora fue Don Valentín Lacrado ($45), emblema de los estilos clásicos locales y amigo de los asados. Y lo fue, por la sencilla razón de ser un vino frutal con trazos vegetales y una boca en donde manda la frescura. En suma, tener prestancia para la mesa, que no es poca cosa.

Le siguió Gran Rodas Malbec (2013, $32), en un estilo muy similar, pero con el plus de ofrecer una boca más jugosa, con ciertos taninos activos y agradables (el único de toda la serie). 
 
Mientras que Súter Borgoña ($28), Carcassone Clásico ($32) y San Felipe Caramañola ($39) compartieron un comprometido tercer puesto, casi como un empate. Aunque en ellos la ecuación de dulzura resulta más evidente.

Como con los blancos, mención aparte merece Termidor ($15), que se coló exactamente en mitad de la tabla, siendo el tinto más accesible de la serie.
 
Planeta Joy

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