A medio siglo de la muerte de Julio Sosa
https://www.lapampadiaxdia.com.ar/2014/11/a-medio-siglo-de-la-muerte-de-julio-sosa.html
Algunas crónicas dijeron que el accidente ocurrió porque estaba borracho. Pero quienes estuvieron con él esa noche lo desmienten. “A lo sumo había tomado un par de copas de cogñac”, cuentan. Lo que sí confirman es que estaba alterado, de mal humor. Y que su conocida pasión por la velocidad y su poca habilidad para manejar le jugaron en contra. Lo cierto es que aquella madrugada, Julio Sosa, uno de los máximos ídolos de la historia del tango, se estrelló con su auto contra el pilar de hormigón de un semáforo y murió pocas horas después. Fue el 26 de noviembre de 1964 en Mariscal Castilla y Figueroa Alcorta, en Palermo. Hoy se cumplen 50 años.
Para entonces, ese hombre que había llegado desde Uruguay en junio de 1949, ya era una figura. Lo había logrado en apenas una década y media, movilizando multitudes que lo seguían en cada actuación. Tanto que. alguna vez en un club, la gente que pugnaba por entrar hizo caer un paredón. “La atracción era él”, contó el maestro Leopoldo Federico quien, con su orquesta, lo acompañó desde diciembre de 1960 hasta el final de su vida.
Ocho días antes del accidente, Sosa había grabado en el sello CBS Columbia sus dos últimos temas: Siga el corso (un clásico de Aieta y García Jiménez) y Milonga del 900 (de Piana y Manzi), siempre con Federico y su orquesta. Pero el último tango que cantó fue La Gayola, ese que afirma: “voy al campo a laburarla / juntaré unos cuantos cobres / pa’ que no me falten flores / cuando esté dentro’el cajón”. Fue en una actuación en Radio Splendid.
Toda su vida sentimental y afectiva siempre fue difícil. Su primer matrimonio, en Uruguay, fue cuando tenía 16 años. La mujer se llamaba Aída Acosta y para casarse Julio hizo mil piruetas porque vivía en la pobreza. Para juntar dinero, entre otras cosas hasta organizó la rifa de una oveja. Terminó mal por un fuerte desengaño.
Su segundo matrimonio también fue breve. Con Nora Ulfeldt estuvieron juntos dos años. Con ella, gestaron a Ana María, su única hija.
Después, en 1959, se casó con Susana Merighi. Esa relación empezó a enfriarse cuando conoció a Marta Quintana, por ese tiempo una cantante de figura escultural. Ella estuvo con él la última noche.
Cuentan que salieron de una cantina del Abasto llamada “El varón del tango”, donde despedían a un compañero de la orquesta, que se casaba. Y que en su deportivo DKW Fissore rojo (un lujoso auto alemán) subieron Marta y otros dos amigos. Julio estaba mal porque quería que esa comida se hubiera hecho en otro lado. Como manejaba con vehemencia, a las pocas cuadras los dos amigos se bajaron. Quiso ir a un hotel con Marta y, como discutió con el conserje, no lo dejaron entrar. Entonces, dejó a ella en su casa en Sarandí y México y enfiló hacia la Costanera, para ir a comer al Carrito 7 (estaba en Salguero y el río), donde era habitué para sus atracones que en una comida podían incluir cuatro bifes de chorizo o tres platos de fideos y de postre doce flanes o dos latas de duraznos en almíbar. Nunca llegó.
Un testigo del accidente dice que Sosa iba por Figueroa Alcorta a alta velocidad y que, al querer esquivar un camión con combustible, lo rozó y dio de frente contra el pilar de hormigón que para proteger al semáforo, estaba en medio de la avenida, entonces de doble mano. Primero lo llevaron al Hospital Fernández y después al sanatorio Anchorena, donde murió a las 9,30 de la mañana. No era su primer accidente con un auto. También había chocado con otros dos autos anteriores.
Cuentan que salieron de una cantina del Abasto llamada “El varón del tango”, donde despedían a un compañero de la orquesta, que se casaba. Y que en su deportivo DKW Fissore rojo (un lujoso auto alemán) subieron Marta y otros dos amigos. Julio estaba mal porque quería que esa comida se hubiera hecho en otro lado. Como manejaba con vehemencia, a las pocas cuadras los dos amigos se bajaron. Quiso ir a un hotel con Marta y, como discutió con el conserje, no lo dejaron entrar. Entonces, dejó a ella en su casa en Sarandí y México y enfiló hacia la Costanera, para ir a comer al Carrito 7 (estaba en Salguero y el río), donde era habitué para sus atracones que en una comida podían incluir cuatro bifes de chorizo o tres platos de fideos y de postre doce flanes o dos latas de duraznos en almíbar. Nunca llegó.
Un testigo del accidente dice que Sosa iba por Figueroa Alcorta a alta velocidad y que, al querer esquivar un camión con combustible, lo rozó y dio de frente contra el pilar de hormigón que para proteger al semáforo, estaba en medio de la avenida, entonces de doble mano. Primero lo llevaron al Hospital Fernández y después al sanatorio Anchorena, donde murió a las 9,30 de la mañana. No era su primer accidente con un auto. También había chocado con otros dos autos anteriores.
Primero lo velaron en el Salón La Argentina, pero era tanta la gente que iba a despedirlo que Hugo del Carril habló con Tito Lectoure y lo llevaron al Luna Park. El día del entierro, y bajo la lluvia, una multitud (hablan de 200 mil personas) camino desde Corrientes y Bouchard hasta el cementerio de Chacarita. Su figura fue tan popular que aún después de su muerte Julio Sosa siguió vendiendo unos 150.000 discos por año. Pero esa es otra historia.
Por Eduardo Parise | Clarín
Por Eduardo Parise | Clarín
Funeral de Julio Sosa | Foto Arch.: Clarín
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