Hollywood | Los nominados desfilan por la alfombra roja en la previa de los Oscar
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MIRÁ EL VIDEO Lejos de amedrentarse por la meteorología que anunciaba fuertes lluvias, los organizadores de la 87º entrega de los Oscar montaron una carpa por la que las estrellas de Hollywood caminan hacia la entrega de premios.
Desde las nueve de la mañana una multitud de operarios y productores corretean como poseídos por Hollywood Boulevard terminando de montar una carpa que, al igual que el año pasado cuando el clima también frustró la posibilidad de que los nominados caminaran bajo la luz de las estrellas, cubrirá los 200 metros de la glamorosa red carpet.
A los costados, mientras se terminan de pulir las doradas versiones en escala Goliat de las estatuillas que escoltan la entrada del teatro, adentro del Dolby hacen lo propio con las 24 pequeñas que serán entregadas a los afortunados ganadores de la noche.
Mientras, unos 700 hombres, mujeres, jóvenes y no tanto que ganaron el sorteo vía internet para poder presenciar desde las gradas situadas al costado de la alfombra la llegada de sus estrellas de cine favoritas, forman fila desde las 5.30 esperando el turno de ocupar sus codiciados asientos.
Ser testigos de la procesión anual de los famosos más famosos de la industria hollywoodense, admirar o criticar de cerca los carísimos vestidos de las celebridades y sacar fotos a raudales a una distancia –al parecer- privilegiada, no fue tarea sencilla.
Para participar de esta suerte de rifa que propone la Academia, los interesados debieron presentar su número de seguro social, un formulario de liberación de responsabilidad ante eventuales perjuicios, acceder a pasar por un detector de metales y aceptar un rastreo de averiguación de antecedentes.
“Yo nunca gano nada”, dijo visiblemente excitada a Télam Janet (38), maestra de preescolar, quien contó que cuando vio en su casilla un correo electrónico anunciando que había sido elegida para ocupar un asiento pensó que se trataba de una broma y eliminó el mensaje.
“Luego me iluminé, volví a la carpeta de papelera y cuando leí que el remitente efectivamente era del comité organizador de los Oscar sentí que mi sueño se había vuelto realidad”, confesó la mujer que hoy verá el desfile de estrellas junto a otros afortunados de lugares tan lejanos como Alemania, Portugal, Escocia, Irlanda, Inglaterra y Filipinas.
Si bien el festejo se circunscribe a una pequeña parte de Los Ángeles, más específicamente a Hollywood; en la intersección de Highland y Hollywood Boulevard si se quiere ser aún más preciso; lo cierto es que desde hace dos días las principales arterias que llegan a las zonas aledañas comenzaron a cerrarse en forma escalonada.
Y el tráfico de la ciudad, ajetreado y caótico por tradición, se convirtió en un verdadero descalabro desde ayer a la mañana.
Lo mismo si un simple peatón distraído del evento quisiera deambular por las inmediaciones del Teatro Dolby sin su rigurosa acreditación: desde hoy, el vallado impide la presencia de merodeadores –siempre vistos como potenciales agitadores- a varias cuadras de distancia.
Por fuera del caos reinante que impone la previa de la entrega de premios a toda la ciudad, lo cierto es que la gala de los Oscar aumenta considerablemente los dividendos en rubros de lujo curiosamente específicos.
Para el viernes a la tarde, las principales franquicias de alquiler de vehículos admitían no tener más limousines ni autos de alta gama hasta el lunes a la mañana. Cada uno de esos coches puede llegar a costar entre 400 y 1000 dólares por día.
Lo mismo sucede con los trajes: alquilar un smoking –requisito marcial para los acreditados a la ceremonia o gala de la alfombra roja- cuesta alrededor de 75 dólares, mientras que adquirir uno usado puede llegar a valer entre 100 y 120. Aquellos que optaron por vestir uno nuevo, de diseño, el precio escala a sumas que coquetean con los 10 mil dólares.
Es que cada año la Academia pone en funcionamiento una ingeniería algo demencial pero de indudable eficacia para convertir un simple paseo comercial, donde habitualmente transitan ciudadanos de clase media-baja y turistas entre negocios plagados de chucherías, en una escenografía extraordinaria.
Hoy, tras dos semanas de intenso trabajo, con la alfombra roja ya destapada y las escobas, las aspiradoras y los elementos de limpieza despejados; a partir de las 17.30 cuando comiencen a desfilar las estrellas y los periodistas acreditados repitan ante las cámaras el clásico “Live from the red carpet” (“En vivo desde la alfombra roja”) ya no quedan rastros visibles de ese Hollywood mundano.
Télam
Desde las nueve de la mañana una multitud de operarios y productores corretean como poseídos por Hollywood Boulevard terminando de montar una carpa que, al igual que el año pasado cuando el clima también frustró la posibilidad de que los nominados caminaran bajo la luz de las estrellas, cubrirá los 200 metros de la glamorosa red carpet.
A los costados, mientras se terminan de pulir las doradas versiones en escala Goliat de las estatuillas que escoltan la entrada del teatro, adentro del Dolby hacen lo propio con las 24 pequeñas que serán entregadas a los afortunados ganadores de la noche.
Mientras, unos 700 hombres, mujeres, jóvenes y no tanto que ganaron el sorteo vía internet para poder presenciar desde las gradas situadas al costado de la alfombra la llegada de sus estrellas de cine favoritas, forman fila desde las 5.30 esperando el turno de ocupar sus codiciados asientos.
Ser testigos de la procesión anual de los famosos más famosos de la industria hollywoodense, admirar o criticar de cerca los carísimos vestidos de las celebridades y sacar fotos a raudales a una distancia –al parecer- privilegiada, no fue tarea sencilla.
Para participar de esta suerte de rifa que propone la Academia, los interesados debieron presentar su número de seguro social, un formulario de liberación de responsabilidad ante eventuales perjuicios, acceder a pasar por un detector de metales y aceptar un rastreo de averiguación de antecedentes.
“Yo nunca gano nada”, dijo visiblemente excitada a Télam Janet (38), maestra de preescolar, quien contó que cuando vio en su casilla un correo electrónico anunciando que había sido elegida para ocupar un asiento pensó que se trataba de una broma y eliminó el mensaje.
“Luego me iluminé, volví a la carpeta de papelera y cuando leí que el remitente efectivamente era del comité organizador de los Oscar sentí que mi sueño se había vuelto realidad”, confesó la mujer que hoy verá el desfile de estrellas junto a otros afortunados de lugares tan lejanos como Alemania, Portugal, Escocia, Irlanda, Inglaterra y Filipinas.
Si bien el festejo se circunscribe a una pequeña parte de Los Ángeles, más específicamente a Hollywood; en la intersección de Highland y Hollywood Boulevard si se quiere ser aún más preciso; lo cierto es que desde hace dos días las principales arterias que llegan a las zonas aledañas comenzaron a cerrarse en forma escalonada.
Y el tráfico de la ciudad, ajetreado y caótico por tradición, se convirtió en un verdadero descalabro desde ayer a la mañana.
Lo mismo si un simple peatón distraído del evento quisiera deambular por las inmediaciones del Teatro Dolby sin su rigurosa acreditación: desde hoy, el vallado impide la presencia de merodeadores –siempre vistos como potenciales agitadores- a varias cuadras de distancia.
Por fuera del caos reinante que impone la previa de la entrega de premios a toda la ciudad, lo cierto es que la gala de los Oscar aumenta considerablemente los dividendos en rubros de lujo curiosamente específicos.
Para el viernes a la tarde, las principales franquicias de alquiler de vehículos admitían no tener más limousines ni autos de alta gama hasta el lunes a la mañana. Cada uno de esos coches puede llegar a costar entre 400 y 1000 dólares por día.
Lo mismo sucede con los trajes: alquilar un smoking –requisito marcial para los acreditados a la ceremonia o gala de la alfombra roja- cuesta alrededor de 75 dólares, mientras que adquirir uno usado puede llegar a valer entre 100 y 120. Aquellos que optaron por vestir uno nuevo, de diseño, el precio escala a sumas que coquetean con los 10 mil dólares.
Es que cada año la Academia pone en funcionamiento una ingeniería algo demencial pero de indudable eficacia para convertir un simple paseo comercial, donde habitualmente transitan ciudadanos de clase media-baja y turistas entre negocios plagados de chucherías, en una escenografía extraordinaria.
Hoy, tras dos semanas de intenso trabajo, con la alfombra roja ya destapada y las escobas, las aspiradoras y los elementos de limpieza despejados; a partir de las 17.30 cuando comiencen a desfilar las estrellas y los periodistas acreditados repitan ante las cámaras el clásico “Live from the red carpet” (“En vivo desde la alfombra roja”) ya no quedan rastros visibles de ese Hollywood mundano.
Télam
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