Evangelio del Día | ¡El celo por tu casa me devora!

Juan 2, 13-25. Cuaresma. Señor, que el celo por tus cosas también me devore, que sea un católico auténtico y coherente con lo que soy.

Del santo evangelio según san Juan 2, 13-25

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: "Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre". Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora". Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: "¿Qué signos nos muestras para obrar así?". Jesús contestó: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Los judíos replicaron: "Cuarenta y seis años ha costado construir este templo ¿y tú lo vas a levantar en tres días?" Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

Oración introductoria

Señor, quiero imitarte, tener el celo que Tú tenías por las cosas del Padre; las cosas del Padre, también son mis cosas, pues soy su hijo. Ayúdame a crecer en mi espíritu sobrenatural, a comprender tus palabras, a creer en Ti, no sólo por los signos que Tú haces, sino porque hacer realmente una verdadera experiencia de Ti.

Petición

Señor, que el celo por tus cosas también me devore, que sea un católico auténtico y coherente con lo que soy y con lo que profeso.

Meditación del Papa Francisco

Cuando los que están en el Templo - sean sacerdotes, laicos, secretarios, pero que tienen que gestionar en el Templo la pastoral del Templo - se convierten en comerciantes, el pueblo se escandaliza. Y nosotros somos responsables de esto. También los laicos. Todos. Porque si yo veo que en mi parroquia se hace esto, debo tener la valentía de decírselo al párroco a la cara.

Es curioso: el pueblo de Dios sabe perdonar a sus sacerdotes, cuando tienen una debilidad, resbalan sobre un pecador... saben perdonar. Pero hay dos cosas que el pueblo de Dios no puede perdonar: un sacerdote apegado al dinero y un sacerdote que maltrata a la gente. ¡No consigue perdonar! Y el escándalo, cuando el Templo, la Casa de Dios, se convierte en una casa de negocios.

Jesús no estaba enfadado, es la ira de Dios, es el celo por la Casa de Dios, porque no se pueden servir a dos amos: o rindes culto al Dios viviente, o rindes culto al dinero.

¿Por qué Jesús se la toma contra el dinero? Porque la redención es gratuita, Él viene a traernos la gratuidad de Dios, la gratuidad total del amor de Dios. Cuando en la Iglesia o las iglesias se hacen negocios, se ve que no es tan gratuita la salvación... Y por esto Jesús toma la fusta en la mano para hacer todo este rito de purificación en el Templo. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 21 de noviembre de 2014, en Santa Marta).

Reflexión

Este pasaje del evangelio, trata actitudes de Jesús, que hasta entonces no habían sido vistas. Cuando expulsa a los mercaderes del templo, toma una actitud fuerte contra ellos, porque el celo por la casa del Padre le devora y no puede ver un ultraje así sin reaccionar. Y también nos anuncia todo lo que va padecer y su posterior gloria, pero esto de una manera indirecta, por la frase: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré". Como dice el Papa Benedicto XVI, estas actitudes de Jesús, nos van preparando para vivir esta cuaresma: imitando a Jesús en su celo por la casa del Padre, destruyendo nuestro cuerpo con el ayuno y la abnegación, y sabiendo sufrir como Él, para después levantarnos con Él en la resurrección. ¡Y qué mejor manera de venerar la casa de Dios, que viviendo la caridad para con el prójimo, cuyo cuerpo es el templo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo!

Propósito

Hoy voy a esforzarme por ver a Cristo en mi prójimo y tener este celo por la casa del Padre, hablando bien de los demás.

Diálogo con Cristo

Señor, sé que Tú me conoces perfectamente y que sabes lo que tengo en mi Corazón, como lo demostraste con los fariseos. Ayúdame a ser celoso por tus cosas, a destruir mi templo como Tú, a darme muerte a mí mismo, a mis gustos personales, para levantar un nuevo templo contigo en la Resurrección.


«El amor de Dios y el amor al prójimo son dos hojas de una puerta que sólo pueden abrirse y cerrarse juntas» (Sören Kierkegaard)


Por: Ezequiel Kunst | Fuente: Catholic.net

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