35 años sin John Lennon: la historia de su muerte y lo que dejó
https://www.lapampadiaxdia.com.ar/2015/12/35-anos-sin-john-lennon-la-historia-de.html
El 8 de diciembre de 1980, Mark David Chapman asesinó a John Lennon, porque quería “llamar la atención de todos”. (Foto: @NoticiasRCN )
Mark David Chapman esperó toda la noche, en la calle, con un revólver en un bolsillo del sobretodo y la novela de The Catcher in the Rye de Salinger en el otro. Había viajado desde Hawaii, con el objetivo de matar a John Lennon, simplemente porque entendía que así se podría convertir en alguien.
Ya detenido, explicó que disparó cinco veces a Lennon, por la espalda, porque quería asegurarse que el artista muera. Años después, negó el mito que decía que él era fan de su víctima o los Beatles, y repitió que sólo lo hizo por su afán de ser conocido.
“Fue un acto egoísta y estoy profundamente arrepentido”, dijo en una declaración, en uno de sus tantos pedidos de libertad bajo palabra, beneficio que hasta ahora se le ha negado cada vez que pudo solicitarlo.
Más de una vez se ha dicho que este homicidio es un ejemplo de la locura que se vivió en el Siglo XX y que sigue entre nosotros. A Chapman lo movía una sola razón y estuvo meses preparando su acto criminal. Él mismo contó que viajó dos veces de Hawaii a New York, para conocer bien el lugar donde vivían John Lennon y su pareja Yoko Ono, que estaba con él en esa mañana de la vereda del edificio Dakota.
Sentado en su primer interrogatorio reveló, sin vueltas, que estuvo planificando su homicidio durante tres meses, compró el arma en Honolulú y viajó a Atlanta a comprar las balas porque allí vivía un amigo policía que le consiguió los proyectiles que necesitaba. “Le dije que las necesitaba por protección”, contó en su declaración. Las balas eran hollow point (que se expanden al entrar en el cuerpo) y las eligió porque eran “las más letales”, confesó con total sangre fría: su objetivo era asegurarse la muerte de Lennon.
John y Yoko se bajaron del auto de alquiler y él estaba ahí, acechando, listo para cumplir con su siniestro plan. “Cuando el señor Lennon pasó a mi lado, me di vuelta y le disparé por la espalda, vacié mi revólver: cinco disparos”, confesó y negó haberle dicho palabra antes de abrir fuego, como se creía. “No le dije nada, sólo le disparé”, aseguró.
El autógrafo. Horas antes de cometer el asesinato, en esa misma vereda trágica, Chapman le había pedido un autógrafo al artista, mientras Yoko lo esperaba en la limusine en que se movían por la ciudad: “le pedí que me firmara, él sacó la lapicera, me firmó y me pregunto si necesitaba algo más, era un tipo muy cordial y decente”, contó con increíble frialdad ante los oficiales que le tomaban declaración.
Libro. Traducida al español como El guardián entre el centeno, la novela de Salinger cobró fama por ser “el libro que leía el asesino de Lennon”. El autor pasó muchos años en el ostracismo, al punto que desapareció y estuvo décadas sin ser visto en público.
“En ese tiempo, el libro tenía gran significado para mí. Me sentía identificado con el libro, me sentía identificado con el personaje, que tenía tantos problemas y se veía confundido. Ése era mi estado mental, me sentía un poco como él”, comentó.
Mark David Chapman continúa preso y cada vez que la ley se lo permite, pide la libertad bajo palabra y da entrevistas con medios importantes, para insistir en su pedido de perdón y decir que en la cárcel se ha encontrado con Dios.
Ya detenido, explicó que disparó cinco veces a Lennon, por la espalda, porque quería asegurarse que el artista muera. Años después, negó el mito que decía que él era fan de su víctima o los Beatles, y repitió que sólo lo hizo por su afán de ser conocido.
“Fue un acto egoísta y estoy profundamente arrepentido”, dijo en una declaración, en uno de sus tantos pedidos de libertad bajo palabra, beneficio que hasta ahora se le ha negado cada vez que pudo solicitarlo.
Más de una vez se ha dicho que este homicidio es un ejemplo de la locura que se vivió en el Siglo XX y que sigue entre nosotros. A Chapman lo movía una sola razón y estuvo meses preparando su acto criminal. Él mismo contó que viajó dos veces de Hawaii a New York, para conocer bien el lugar donde vivían John Lennon y su pareja Yoko Ono, que estaba con él en esa mañana de la vereda del edificio Dakota.
Sentado en su primer interrogatorio reveló, sin vueltas, que estuvo planificando su homicidio durante tres meses, compró el arma en Honolulú y viajó a Atlanta a comprar las balas porque allí vivía un amigo policía que le consiguió los proyectiles que necesitaba. “Le dije que las necesitaba por protección”, contó en su declaración. Las balas eran hollow point (que se expanden al entrar en el cuerpo) y las eligió porque eran “las más letales”, confesó con total sangre fría: su objetivo era asegurarse la muerte de Lennon.
John y Yoko se bajaron del auto de alquiler y él estaba ahí, acechando, listo para cumplir con su siniestro plan. “Cuando el señor Lennon pasó a mi lado, me di vuelta y le disparé por la espalda, vacié mi revólver: cinco disparos”, confesó y negó haberle dicho palabra antes de abrir fuego, como se creía. “No le dije nada, sólo le disparé”, aseguró.
El autógrafo. Horas antes de cometer el asesinato, en esa misma vereda trágica, Chapman le había pedido un autógrafo al artista, mientras Yoko lo esperaba en la limusine en que se movían por la ciudad: “le pedí que me firmara, él sacó la lapicera, me firmó y me pregunto si necesitaba algo más, era un tipo muy cordial y decente”, contó con increíble frialdad ante los oficiales que le tomaban declaración.
Libro. Traducida al español como El guardián entre el centeno, la novela de Salinger cobró fama por ser “el libro que leía el asesino de Lennon”. El autor pasó muchos años en el ostracismo, al punto que desapareció y estuvo décadas sin ser visto en público.
“En ese tiempo, el libro tenía gran significado para mí. Me sentía identificado con el libro, me sentía identificado con el personaje, que tenía tantos problemas y se veía confundido. Ése era mi estado mental, me sentía un poco como él”, comentó.
Mark David Chapman continúa preso y cada vez que la ley se lo permite, pide la libertad bajo palabra y da entrevistas con medios importantes, para insistir en su pedido de perdón y decir que en la cárcel se ha encontrado con Dios.
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