Winifreda | Falleció Julio Platner, el hombre que conmocionó al país por haber relatado una abducción
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Julio Platner, el hombre de Winifreda que hace 34 años conmocionó al país por haber relatado una abducción, falleció este martes a los 67 años de edad.
Sucedió en agosto de 1983. Platner salía de un campo de Winifreda cuando el misterio vino a presentar una de sus caras más insólitas: sobre las 19.30 de ese martes, este hombre sencillo se encontró frente a frente con los que definió como "seres extraños" dentro de un "aparato" que, sostuvo, no era de este mundo.
El episodio fue relatado nuevamente en abril de este año cuando la señal de cable TN realizó un programa especial sobre ovnis en nuestra provincia, donde Platner volvió a describir los hechos.
Quique Mario, del Centro de Estudios UFO (Ceufo), estuvo hoy en el sepelio para acompañar a la familia y despedir a Julio. Dijo a al medio local iTextual que el caso de Julio Platner "es uno de los mejores del país por la calidad del protagonista".
"El caso sigue abierto. Lo visité con frecuencia y puedo decir que Julio tuvo más experiencias, aparentemente con seres similares, que no se hicieron públicas para evitar el sensacionalismo", dijo.
Mario contó en su momento en la página web del Ceufo que el hecho se registró en un campo que estaba a unos 20 kilómetros al norte de Winifreda. Luego de conversar con un productor rural, de apellido Fischer, a quien había ido a visitar para venderle semillas, observó que los animales estaban nerviosos.
Cuando Platner salió del campo, alrededor de las 19.15 horas, una potente luz y un fuerte zumbido llamaron su atención. Pensó que era un camión que se le venía encima. "Cuando me bajé a abrir la tranquera es como si alguien me hubiese puesto un reflector en la cara, como de una soldadura autógena, eléctrica que despide muchos rayos y a una cierta distancia hay que cubrirse la vista, yo simplemente vi eso, después de allí no recuerdo más nada", sostuvo en su momento.
Despertó después sentado en algo que definió "como un sillón de los que utilizan los odontólogos". Estaba muy cómodo y advirtió que estaba con la camisa arremangada. Intentó pararse pero algo se lo impedía a pesar de no ver ataduras visibles. Al poco rato ingresaron cuatro extraños seres.
Seguidamente, según relató a Quique Mario, apareció dentro de una habitación que parecía un "quirófano". Las paredes no eran lisas ni parejas, parecían como tapizadas, observando un color parecido al beige claro. Diferenció unas estructuras porque resaltaban del tapizado, parecidas a una vitrina, de tonalidad semejante a la de las paredes, aunque daba la impresión de ser más clara.
Era opaca como el resto de la habitación. Sin embargo, estaba iluminada por una luz blanca, muy clara, natural, no dañaba la vista y, fundamental por la relación con decenas de casos, no se distinguía la fuente de dónde provenía. Tampoco producía sombras.
"Era una habitación... era algo como esférico que estaba cubierto digamos como si estuviera tapizado, lo que yo nunca vi, estaba tan claro como si fuese de día, no pude distinguir de dónde provenía la luz, porque allí no había nada, un foco, una luz, una fuente. Estaba claro, muy claro; con una tranquilidad terrible, era algo como para quedarse toda la vida", sostuvo.
A su alrededor notó la presencia de cuatro seres, tres hombres y un mujer, cuya estatura oscilaba en 1,67 metros (toma como referencia a un íntimo amigo), de conformación antropomorfa, de cuerpos atléticos. No pudo apreciar si vestían un enterizo muy ajustado al cuerpo o si se trataba de la piel de los seres, de color semejante al de la habitación. Distinguió labios no sabiendo si eran parte del rostro o del enterizo. Diferenció claramente una especie de botas.
Sus ojos (el detalle que más le impresionó juntamente a la sensación de gran tranquilidad que inspiraban) eran saltones, opacos, grandes y sobresalían del rostro.
Se miraban entre ellos fijamente, sin párpados. Tenían un pequeño relieve observado de perfil. Sus orejas estaban bien pegadas al cráneo o sobre el material. Las manos tenían cinco dedos. La mujer se diferenciaba por tener las mismas características físicas de una humana; daba la impresión de ser más delgada que los hombres.
Ninguno tenía pelo. Frente suyo se situaban uno de los hombres, el más alejado de todos, y la mujer; en tanto que los otros dos, estaban a sus costados, uno a la derecha y otro a su izquierda.
Quiso hablar pero no pudo emitir sonido alguno, pero automáticamente sintió una respuesta sin escuchar voces. El mismo le indicaba que se quedara tranquilo, que casos como el suyo había miles, que si quería podía contarlo. Algunos le iban a creer y otros no.
La mujer se acercó a él, dando la sensación de deslizarse, colocándole la mano derecha sobre su izquierda. Mientras el ser parado a su derecha hace lo mismo pero sobre su hombro diestro.
Repentinamente, apareció en las manos del ser de la izquierda, una especie de tubo, compuesto por una mitad rígida y la restante flexible, transparente, de unos 20 centímetros y del mismo color de la habitación.
Luego le colocaron el tubo o la parte rígida en la muñeca de la mano izquierda, no sintiendo dolor o roce alguno. Esta sensación la tuvo siempre: él notó el contacto pero no lo sintio; es decir veía que lo tocaban pero no sentía presión alguna.
Después, con la parte flexible (la más fina del tubo) buscaron la flexura del codo y observó cómo la sangre ascendía por el mismo hasta la parte rígida. Subía sin ningún tipo de presión, al contrario de las extracciones comunes.
Intentó tocar al ser de la derecha (el que tenía una de sus manos sobre el hombro) pero chocó contra algo invisible. Lo mismo le acontece cuando quiere incorporarse. En esta instancia es su frente lo que vuelve a tocar algo. "El que estaba a mi derecha tenía una de las manos sobre mi hombro; yo veía que la mano estaba apoyada pero no sentía ninguna presión. Quise tocarlo y me encontré como si estuviera rodeado por un envase de vidrio, como un cristal invisible. Además en un determinado momento me quise incorporar y choqué mi frente contra algo, contra ese especie de vidrio".
Después de la extracción, por propios medios o por una orden, se incorporó sin tener inconvenientes. Le llamó la atención que estando tan cerca suyo, no llevara por delante a alguno de los seres, pero la realidad fue que ya no tenía a nadie a su alrededor. Se siente parado sobre algo no firme, dándole la impresión que flotaba. Durante todo el suceso (Platner estima que toda su experiencia duró aproximadamente entre 30 y 35 minutos de los que él tan solo recuerda unos 7 u 8), se dio cuenta que no tenía el reloj, ni el pulóver, ni la campera y no recuerda si llevaba el anillo. Su camisa estaba arremangada. Previamente tenía todo.
Cuando quiso caminar, se encontró simultáneamente dentro de su camioneta, con las manos sobre el volante. Sorprendido comenzó a mirar para todos lados.
La primera intención fue poner el motor en marcha y dio la vuelta instantáneamente. Al encender las luces distinguió donde se encontraba: a 19 kilómetros de la tranquera del establecimiento donde había salido. Estaba ahora en la ruta de tierra 11, que une la ruta N° 35 con Villa Mirasol.
Cuando llegó a la intersección de las rutas, con mucha tranquilidad, recordando todo lo sucedido, pensó que la tranquera había quedado abierta y que Fischer le había recomendado cerrarla por los animales del establecimiento. Cuando llegó, efectivamente la tranquera estaba abierta. Antes de seguir viaje, aprovechó para mirarse el brazo izquierdo.
No tenía ningún tipo de moretón, ni gota de sangre, pero veía una especie de cascarilla en la flexura del codo. Se alejó pensando si todo había sido realidad o tal vez producto de un sueño o delirio.
iTextual
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