Un egresado de la UNLPam integra el equipo que recibió el Premio Nobel de Medicina
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Foto: La Arena |
Se trata del veterinario Jorge Blando. Trabaja en un hospital de EE.UU. que fue galardonado por sus aportes en la lucha contra el cáncer.
El médico veterinario Jorge Blando, egresado de la Facultad de Veterinarias de la UNLPam, integra el equipo del hospital MD Anderson Cancer Center, de Houston, Texas, Estados Unidos, donde trabaja junto con uno de los galardonados este lunes con el Premio Nobel de Medicina.
Blando trabaja desde hace cinco años con el estadounidense James P. Allison, quien junto al japonés Tasuku Honjo, fue galardonado con el premio por sus aportes a la inmunoterapia contra el cáncer. Es director del laboratorio de Inmunopatología de ese centro asistencial.
Blando es oriundo de Comodoro Rivadavia, luego de recibir su título de médico veterinario en General Pico, emigró a los Estados Unidos y allí se especializó en Patología.
“¿Y para qué quiere usted un veterinario en su equipo?”
Jorge Blando que le preguntó hace cinco años a James Allison, premio Nóbel de Medicina de este año, cuando lo convocó para integrarse al equipo de trabajo con el que desde hace 20 años viene desarrollando la línea de investigación en la inmunoterapia humana que le valió el reconocimiento de la Academia Sueca.
“Es que gente como usted, que hace patología molecular, hay muy poca. Por eso lo quiero en mi equipo”, fue la respuesta que escuchó el veterinario recibido en la Universidad Nacional de La Pampa, en la Facultad de Ciencias Veterinarias de General Pico.
Todavía sorprendido por la noticia del Premio Nobel, Jorge Blando dialogó ayer por la tarde con el medio La Arena, desde su domicilio en la ciudad de Houston, Estados Unidos, donde se encuentra radicado hace más de una década. Un amigo suyo y compañero de estudios en la Facultad piquense, fue quien aportó el número de teléfono para ubicarlo.
Blando integra el equipo de trabajo de James Allison, el científico norteamericano que junto con un investigador japonés, ha sido seleccionado este año para recibir el Premio Nobel de Medicina que entrega la Academia Sueca por sus aportes para el desarrollo de la inmunoterapia en enfermedades oncológicas.
La novedad sobre su participación en este grupo de trabajo tuvo, como era de esperarse, amplia repercusión en nuestra provincia, donde cursó sus estudios universitarios, y particularmente en General Pico, donde tiene a su familia política.
“Yo me vine a Estados Unidos en el 2002, ni bien me recibí de veterinario en General Pico”, relató en la comunicación telefónica, a la que se prestó rápidamente y con entusiasmo.
“Siempre me gustó la investigación y cuando todavía estaba estudiando me empecé a interesar en la patología molecular, que es básicamente mirar células, investigarlas, y ver qué proteínas expresan”.
Su campo de acción se centró en los modelos animales como plataforma para tratar enfermedades en humanos. Es una disciplina que se conoce como “Traslational Patology”, es decir, “Patología Traslacional” que consiste en investigar ratones que padecen tumores con características similares a las de los humanos. “Hace 16 años que estoy en esta investigación y hace cinco que me uní al grupo de ‘Jim’ Allison”, que es el próximo Premio Nobel de Medicina.
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Dos meses de vida.
“Hace 4 ó 5 años Jim me convocó para una entrevista. Me dijo que quería hablar conmigo sobre mis investigaciones. Yo le pregunté ¿para qué quiere usted un veterinario en su equipo?, y él me respondió que hay poca gente que hace lo que hago yo, patología molecular”.
Así fue que se sumó a trabajar y a aportar sus conocimientos a esta novedosa y auspiciosa terapia oncológica, que consiste básicamente en reforzar el sistema inmunológico de cada persona para que sea éste el que le de batalla a las células cancerígenas.
Si bien la inmunoterapia se conoce desde hace tiempo -y Allison en particular empezó a trabajar en ella hace dos décadas-, tuvo su momento de visibilización hace unos 10 años con el caso de una mujer joven que, con un diagnóstico que no le daba más de 2 meses de vida, se ofreció para probar la nueva terapia. La mujer padecía un melanoma que se había extendido por todo su cuerpo y había hecho metástasis en varios órganos. “Era una mujer que prácticamente no tenía expectativa de vida”, relató Blando. “Ya había probado todo los medicamentos y tratamientos que podía probar, y ninguno había resultado”.
Enterada de las drogas que se habían desarrollado al cobijo de la investigación de Allison, la mujer pidió que las probaran en ella, porque era consciente de que en su condición de enferma terminal, no tenía ninguna opción alternativa.
Aquella mujer solo pedía a los médicos un poco más de vida porque “quería ver a sus hijos recibidos”, recordó el egresado pampeano.
El resultado fue increíble. Pese al avanzado estado de su enfermedad, y de una metástasis casi generalizada, la mujer pudo revertir el cuadro y salir adelante. “Le habían dado dos meses de vida y hoy, 10 años después, sigue viva”, relató Jorge con entusiasmo.
Aquel éxito dio un fuerte impulso al trabajo de Allison, que a partir de allí empezó a investigar las posibilidades de su terapia en otros tipos de cáncer. Con variado éxito, hoy la inmunoterapia se aplica a cáncer de riñón, de pulmón, mamas y páncreas, y ha resultado efectiva en personas que ya tienen metástasis avanzada en varios órganos.
Producto de esos primeros éxitos, tanto la industria farmacéutica como las agencias gubernamentales han dedicado mayores presupuestos al desarrollo de esta terapia y sus medicamentos asociados.
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Enorme alegría.
“Yo me enteré (del premio) cuando desde el laboratorio me mandaron un mensaje”, contó Jorge al ser consultado por su primera sensación ante la noticia.
“Fue el domingo a última hora. Prendí el televisor y vi que la información ya estaba allí. Salí corriendo para el laboratorio y cuando llegué estaban todos festejando”, recordó. Desde entonces, las alegrías, los saludos y las felicitaciones no han parado. Con James Allison todavía no ha podido verse porque el premio Nobel “siempre anda viajando, por todo el mundo”.
Oriundo de la ciudad chubutense de Comodoro Rivadavia, Jorge cursó sus estudios universitarios en la Facultad de Veterinaria de General Pico, donde obtuvo su título de grado otorgado por la Universidad Nacional de La Pampa.
Allí también conoció a Jorgelina Marengo, con quien se casó y se mudó a Estados Unidos. “Ahora hace dos años que estamos separados, pero tenemos una excelente relación y debo agradecerle que me haya bancado en mi locura por la investigación”, valoró el veterinario. Con Marengo tienen dos hijos, Noah y Tiago, que también viven en Houston.
“Tengo un apego muy grande por La Pampa, porque allí cursé mis estudios, porque mi familia política es de allí y porque estoy muy agradecido con la Universidad Nacional de La Pampa”, reconoció. Señaló en particular a los docentes, con algunos de sus mentores, y a un grupo de compañeros de estudios que “eran todos más inteligentes que yo y eran ellos los que me arrastraban a mi”, según aseguró, entre risas. Mencionó en particular a Matías Eula, Santiago “el turco” Diab, Julio Gazia y Pablo Calliú, este último de la provincia de Buenos Aires.
Jorge tiene una hermana y su madre viviendo en Córdoba, un hermano que vive en California, Estados Unidos y su familia política en General Pico. Su proyecto es viajar a Argentina el año próximo para hacer todas las visitas de rigor.
“¿Cómo sigue esto? Igual que hasta ahora. A mí me encanta la investigación, por eso voy a seguir haciendo investigación todos los años que pueda. Esto no es un final, es un principio”, afirmó.
La Arena | UNLPam