#Rosario | El drama sin fin de los abuelos que fueron abandonados en un bar
https://www.lapampadiaxdia.com.ar/2019/06/rosario-el-drama-sin-fin-de-los-abuelos.html
Foto Archivo |
Su historia conmovió a muchos argentinos. Dos abuelos llegan con uno de sus hijos, una mañana, a un bar de Rosario. El hombre los deja y les dice que en un rato vuelve a buscarlos. Nunca volvió.
Pasan las horas y las empleadas del lugar se preocupan. Cuando los ancianos de 89 y 92 años se dan cuenta, se largan a llorar.
Terminan en una comisaría donde otro de sus hijos los busca y decide alojarlos ya que habían sido desalojados de su casa por falta de pago.
Más de dos semanas después, la situación de Hilda y Hugo no ha mejorado.
Tras salir de la comisaría, los ancianos fueron alojados por Raúl González, otro de sus hijos.
Pero lo que sería una solución se convirtió en otro problema ya que ahora son víctimas del hacinamiento. No solo ellos, sino toda la familia.
"Tuve que darles mi habitación a mis viejos. Son dos personas grandes que necesitan su espacio. Con mi mujer dormimos en el living. Tengo dos hijos grandes que hoy no pueden hacer su vida. Sus amigos hoy no pueden venir a casa. Se trastornó todo y tenemos poco espacio. Pero lo peor de todo es que no me alcanza para nada la plata. Yo soy la única fuente de ingreso de este hogar y ahora son dos bocas más para darles de comer. Mi hijo se quedó sin trabajo y hoy está changueando", contó Raúl.
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El hombre es un empleado municipal, monotributista, que apenas vive con lo justo. Hoy -comentó- apenas les alcanza "para comer polenta". "Si antes ya estábamos ajustando, hoy estamos peor", lamentó.
La situación económica es apremiante, más allá de la gran cantidad de ayuda que recibieron de vecinos y gente de distintos lugares del país.
"Cada tanto viene una ONG a darnos cosas. Muchos nos traen comida o ropa y lo agradezco, pero no puedo vivir de eso. Necesito encontrarles un lugar donde se puedan quedar. No sólo por nosotros sino por ellos también. Lo necesitan", señaló.
Hilda, cuando toma conciencia de la situación, le hace saber a su hijo Raúl que es consciente de que "están invadiendo" el espacio.
"Me cuesta decir la palabra invadir pero entiendo cómo se sienten", agregó.
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Hugo y su mujer reciben la jubilación mínima, pero este dinero todavía no puede ser ayuda para la familia.
De acuerdo con Raúl, su padre "olvidó" el banco en el que cobra el haber mensual y por eso no han podido acceder a él.
"Le pregunté y me dice que no sabe. En realidad mi viejo no sabe ni dónde está", remarcó. Además de la edad -tiene 92 años-, el papá es sordomudo y su capacidad de comunicarse es casi nula.
A los problemas económicos se sumaron otro tipo de situaciones que complicaron aún más la convivencia.
La semana pasada Hilda fue internada por un severo cuadro de bronquitis. Estuvo varios días en el hospital aunque ya fue dada de alta y se recupera en casa, aún a la espera de que Hugo, el hijo que la abandonó en la entrada del bar, aparezca para decirle por qué los dejó.
"Parece que se lo tragó la tierra. No sé nada él. La policía me dice que no hay novedad. Mamá piensa que le pasó algo, pero yo a esta altura creo que va a aparecer en algún momento", dice Raúl con absoluta seguridad para referirse a su hermano.
De las pertenencias de sus padres, Raúl apenas pudo recuperar algo de ropa. Los muebles quedaron alojados en un depósito contratado por su hermano y hasta que él no se haga presente, ahí van a quedar.
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El abandono
La historia de Hilda y Hugo impactó no sólo por el hecho de haber sido dejados a su suerte, sin un lugar donde dormir y con 500 pesos en el bolsillo. La conmoción creció después de conocerse la dramática historia que se escondía detrás.
Como el contrato de alquiler que mantenían con la inmobiliaria llegó a su fin y mantenían una deuda, no se los renovaron. Por eso, ante la llegada de la fecha límite, Hugo (h) sacó los muebles, la ropa y luego los abandonó en el bar. Hilda nunca entendió por qué los sacaron departamento, pues según dijo, ella le daba el dinero de su jubilación al hijo para que pagara.
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Una vez en el bar, Hilda y Hugo pidieron algo de comer, terminaron y estuvieron por varias horas hasta que María Inés, la dueña, se acercó para preguntarles qué pasaba y si tenían cómo pagar. La anciana les dijo que esperaban a su hijo. Pasó más tiempo y la propietaria del restaurante llamó a la policía. Fueron siete horas de angustia hasta que finalmente los llevaron a la comisaría y Raúlo los buscó.
Sobre Hugo (h), se sabe que trabajaba en la municipalidad de Pérez -una localidad cercana a Rosario- y que tenía licencia psiquiátrica desde hace varios años. Nunca se le conoció alguna pareja y vivió sus 62 años junto a sus padres.
Diario Uno