#Santoral | Hoy la Iglesia recuerda a Santa Clara de Asís. Virgen y discípula de San Francisco
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= Imagen: PildorasdeFe.net = |
Fundadora de las Clarisas. Amante de la pobreza. Su vida estuvo rica en obras de caridad y misericordia mediante la oración.
Martirologio romano: Memoria de Santa Clara de Asís, virgen, que, primero rodaje de las Damas Pobres de la Orden de los Frailes Menores, siguió a San Francisco, lo que le condujo a llevar una vida muy dura en Asís, en Umbría, pero que estuvo rica en obras de caridad y misericordia; fue gran amante de la pobreza, y de la que nunca se apartaría, ni siquiera en la extrema pobreza y la enfermedad
Resumen: Santa Clara de Asís nació en una familia italiana rica pero pronto rechazaría su lujosa educación para abrazar la vida de piedad y de pobreza. Inspirada por las palabras de Francisco de Asís, Clara huyó de su casa y se unió a Francisco, de él recibiría una gran formación en su espiritualidad que la llevaría a establecer luego su propia orden religiosa. La orden se hizo muy conocida por su estilo de vida austero y piadoso y por el santo poder de la oración, al cual se le acredita haber salvado dos veces al pueblo de Asís de los invasores. Después de la muerte de San Francisco, Clara continuó su trabajo y trabajó bajo su propia influencia en expandir su orden. Clara murió en 1253 y fue canonizada dos años más tarde por el Papa Alejandro IV
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En secreto se fue a buscar al santo para pedirle que la instruyera en el modo de lograr conseguir la perfección cristiana. Él le dijo que había que desprenderse de todo, la animó a dejar la vida de riquezas y comodidades que llevaba y dedicarse a una vida pobre, de oración y penitencia.
San Francisco hizo que Clara se fuera a vivir junto a la Iglesia de San Damián en Asís, en una pobre y humilde casita. Y he aquí que su hermana Inés y su propia madre decidieron irse también de monjas con ella. Y muchas muchachas más se dejaron atraer por esa vida de oración y recogimiento, y así pronto el convento estaba lleno de mujeres dedicadas a la santidad.
Francisco nombró a Clara como superiora de la comunidad, y aunque ella toda la vida trató de renunciar al puesto de superiora y dedicarse a ser una sencilla monjita de segundo orden, sin embargo por cuarenta años será la priora del convento y las monjitas no aceptarán a ninguna otra en su reemplazo mientras ella viva, y es que su modo de ejercer la autoridad era muy agradable y lleno de caridad. Servía la mesa, lavaba los platos, atendía a las enfermas, y con todas era como una verdadera mamita llena de compresión y misericordia.
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A los pocos años ya había conventos de Clarisas en Italia, Francia, Alemania y Checoslovaquia. Y estas monjitas hacían unas penitencias muy especiales, inspiradas en el ejemplo de su santa fundadora que era la primera en dedicarse a la penitencia. No usaban medias, ni calzado, se abstenían perpetuamente de carne, y sólo hablaban si las obligaba a ello alguna necesidad grave o la caridad.
La fundadora les recomendaba el silencio como remedio para evitar innumerables pecados de lengua y conservarse en unión con Dios, y alejarse de dañosas distracciones del mundo, pues si no hay silencio, la mundanalidad se introduce inevitablemente en el convento.
Siguiendo las enseñanzas y ejemplos de su maestro San Francisco, quiso Santa Clara que sus conventos no tuvieran riquezas ni rentas de ninguna clase. Y aunque muchas veces le ofrecieran regalos de bienes para asegurar el futuro de sus religiosas, no los quiso aceptar. Al Sumo Pontífice que le ofrecía unas rentas para su convento le escribió:
"Santo Padre: le suplico que no me absuelva ni me libre de la obligación que tengo de ser pobre como lo fue Jesucristo".
A quienes le decían que había que pensar en el futuro, les respondía con aquellas palabras de Jesús:
"Mi padre celestial que alimenta a las avecillas del campo, nos sabrá alimentar también a nosotros".
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En su lecho bordaba y hacía costuras, y oraba sin cesar. El Sumo Pontífice la visitó dos veces y exclamó: "Ojalá yo tuviera tan poquita necesidad de ser perdonado, como la que tiene esta santa monjita". Cardenales y obispos iban a visitarla y a pedirle sus consejos.
San Francisco ya había muerto, y tres de los discípulos preferidos del santo, Fray Junípero, Fray Angel y Fray León, le leyeron a Clara la Pasión de Jesús mientras ella agonizaba. La santa repetía:
"Desde que me dedique a pensar y meditar en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, ya los dolores y sufrimientos no me desaniman sino que me consuelan".
El 10 de agosto del año 1253 a los 60 años de edad y 41 años de ser religiosa, se fue al cielo a recibir su premio. Un día como hoy fue sepultada. Santa Clara bendita: no dejes nunca de rogar a Dios por nosotros
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Hoy también se festeja a:
Martirologio romano: Memoria de Santa Clara de Asís, virgen, que, primero rodaje de las Damas Pobres de la Orden de los Frailes Menores, siguió a San Francisco, lo que le condujo a llevar una vida muy dura en Asís, en Umbría, pero que estuvo rica en obras de caridad y misericordia; fue gran amante de la pobreza, y de la que nunca se apartaría, ni siquiera en la extrema pobreza y la enfermedad
Resumen: Santa Clara de Asís nació en una familia italiana rica pero pronto rechazaría su lujosa educación para abrazar la vida de piedad y de pobreza. Inspirada por las palabras de Francisco de Asís, Clara huyó de su casa y se unió a Francisco, de él recibiría una gran formación en su espiritualidad que la llevaría a establecer luego su propia orden religiosa. La orden se hizo muy conocida por su estilo de vida austero y piadoso y por el santo poder de la oración, al cual se le acredita haber salvado dos veces al pueblo de Asís de los invasores. Después de la muerte de San Francisco, Clara continuó su trabajo y trabajó bajo su propia influencia en expandir su orden. Clara murió en 1253 y fue canonizada dos años más tarde por el Papa Alejandro IV
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Biografía
Nació en Asís, Italia, en 1193. Su conversión hacia la vida de plena santidad se efectuó al oír un sermón de San Francisco de Asís. Cuando ella tenía 18 años San Francisco predicó en Asís los sermones de cuaresma y allí insistió en que para tener plena libertad para seguir a Jesucristo hay que librarse de las riquezas y bienes materiales.En secreto se fue a buscar al santo para pedirle que la instruyera en el modo de lograr conseguir la perfección cristiana. Él le dijo que había que desprenderse de todo, la animó a dejar la vida de riquezas y comodidades que llevaba y dedicarse a una vida pobre, de oración y penitencia.
San Francisco hizo que Clara se fuera a vivir junto a la Iglesia de San Damián en Asís, en una pobre y humilde casita. Y he aquí que su hermana Inés y su propia madre decidieron irse también de monjas con ella. Y muchas muchachas más se dejaron atraer por esa vida de oración y recogimiento, y así pronto el convento estaba lleno de mujeres dedicadas a la santidad.
Francisco nombró a Clara como superiora de la comunidad, y aunque ella toda la vida trató de renunciar al puesto de superiora y dedicarse a ser una sencilla monjita de segundo orden, sin embargo por cuarenta años será la priora del convento y las monjitas no aceptarán a ninguna otra en su reemplazo mientras ella viva, y es que su modo de ejercer la autoridad era muy agradable y lleno de caridad. Servía la mesa, lavaba los platos, atendía a las enfermas, y con todas era como una verdadera mamita llena de compresión y misericordia.
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A los pocos años ya había conventos de Clarisas en Italia, Francia, Alemania y Checoslovaquia. Y estas monjitas hacían unas penitencias muy especiales, inspiradas en el ejemplo de su santa fundadora que era la primera en dedicarse a la penitencia. No usaban medias, ni calzado, se abstenían perpetuamente de carne, y sólo hablaban si las obligaba a ello alguna necesidad grave o la caridad.
La fundadora les recomendaba el silencio como remedio para evitar innumerables pecados de lengua y conservarse en unión con Dios, y alejarse de dañosas distracciones del mundo, pues si no hay silencio, la mundanalidad se introduce inevitablemente en el convento.
Siguiendo las enseñanzas y ejemplos de su maestro San Francisco, quiso Santa Clara que sus conventos no tuvieran riquezas ni rentas de ninguna clase. Y aunque muchas veces le ofrecieran regalos de bienes para asegurar el futuro de sus religiosas, no los quiso aceptar. Al Sumo Pontífice que le ofrecía unas rentas para su convento le escribió:
"Santo Padre: le suplico que no me absuelva ni me libre de la obligación que tengo de ser pobre como lo fue Jesucristo".
A quienes le decían que había que pensar en el futuro, les respondía con aquellas palabras de Jesús:
"Mi padre celestial que alimenta a las avecillas del campo, nos sabrá alimentar también a nosotros".
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El martirio de la enfermedad
Hoy las religiosas Clarisas son 18,000 en 1,248 conventos en el mundo. 27 años estuvo enferma nuestra santa, pero su enfermedad la soportaba con paciencia heroica.En su lecho bordaba y hacía costuras, y oraba sin cesar. El Sumo Pontífice la visitó dos veces y exclamó: "Ojalá yo tuviera tan poquita necesidad de ser perdonado, como la que tiene esta santa monjita". Cardenales y obispos iban a visitarla y a pedirle sus consejos.
San Francisco ya había muerto, y tres de los discípulos preferidos del santo, Fray Junípero, Fray Angel y Fray León, le leyeron a Clara la Pasión de Jesús mientras ella agonizaba. La santa repetía:
"Desde que me dedique a pensar y meditar en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, ya los dolores y sufrimientos no me desaniman sino que me consuelan".
El 10 de agosto del año 1253 a los 60 años de edad y 41 años de ser religiosa, se fue al cielo a recibir su premio. Un día como hoy fue sepultada. Santa Clara bendita: no dejes nunca de rogar a Dios por nosotros
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Oración:
Fiel Santa Clara, hija amada de la Iglesia,
amiga y confidente de los Papas,
intercede por la Santa Iglesia Católica.
Mira gentilmente desde cielo
a nuestro Santo Padre,
el Papa Francisco.
Ilumína nuestro espíritu
para desterrar de nuestras almas
todo lo que obstruye el progreso
de la Iglesia en la tierra.
Concédenos que podamos compartir
tu gran amor a la Iglesia de Dios
y esparcir su Reino en la tierra
mediante una vida llena de santidad.
Tú, que obraste milagros
en presencia de los Papas
aquí la tierra,
alcánzanos las gracias que necesitamos,
ahora que te has colocado
en la presencia del Dios Altísimo
en el cielo.