#Santoral | Hoy la Iglesia recuerda a San Antonio María Claret. El abogado de matrimonios heridos

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Casó por la iglesia a unas 9.000 parejas que habían estado viviendo en concubinato y reconcilió a otras 300 parejas que se habían divorciado



Martirologio romano: San Antonio María Claret, obispo que, siendo ordenado sacerdote, durante muchos años recorrió la región de Cataluña en España predicando el Evangelio a los pueblos. Fundó la Sociedad de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María, y se convirtió en obispo de Santiago de Cuba, trabajó con gran mérito para la salvación de las almas. De regreso a España, tuvo que superar muchas dificultades para la Iglesia, para finalmente morir en el exilio entre los monjes cistercienses de Fontfroide, cerca de Narbona, en el sur de Francia.

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Biografía

Ingresó al seminario de Vich (España) y allí recibió la ordenación sacerdotal. Fue luego nombrado vicepárroco y pronto empezó el pueblo a conocer cuál era la cualidad principal que Dios le había dado: era un predicador impresionante, de una eficacia arrolladora. De todas partes lo llamaban a predicar misiones populares, predicando hasta diez sermones en un día. Viajaba siempre a pie y sin dinero.

El gran redactor y predicador

Durante 15 años predicó incansablemente por el norte de España, y difícilmente otro predicador del siglo pasado logró obtener triunfos tan grandes como los del padre Claret al predicar. En su vida predicó más de 10,000 sermones. Lo que hizo San Juan Bosco en Italia en ese tiempo a favor de las buenas lecturas, lo hizo San Antonio Claret en España. Él se dio cuenta de que una buena lectura puede hacer mayor bien que un sermón y se propuso emplear todo el dinero que conseguía en difundir buenos libros. Mandaba imprimir y regalaba hojas religiosas, por centenares de miles.

Ayudó a fundar la Librería religiosa de Barcelona y fue el que más difundió los libros de esa librería. Él mismo redactó más de 200 libros y folletos sencillos para el pueblo, que tuvieron centenares de ediciones. Los regalaba donde quiera que llegaba. En todas partes reglaba medallas, rosarios, hojas y libros religiosos.


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Cuba, cuna de muchos frutos espirituales

El 18 de febrero de 1851, el Santo entra solemnemente en la ciudad de Santiago de Cuba, colocando su actividad pastoral bajo la protección de la Virgen de la Caridad del Cobre, de quien fue entusiasta devoto.

Encuentra la Archidiócesis aquejada por gravísimos problemas religiosos, morales, sociales y políticos. El 24 de noviembre de 1851, poco después de recorrer por primera vez su vasta Archidiócesis, escribe al Obispo de Vich, Cataluña, una carta en la que retrata ese lamentable cuadro de abandono espiritual y material:

"Me lleno de indignación al presenciar el criminal abandono en que el Gobierno español tiene al clero de este Arzobispado".

En los seis años y dos meses que vivió en Cuba, el Santo se dedicó infatigablemente a la reforma del clero; a reconstruir el seminario, al cual hacía 30 años que no ingresaba un seminarista; a la creación de nuevas Parroquias; a fundar cajas de ahorro "para utilidad y morigeración de los pobres"; y a misionar a los fieles de la vasta Archidiócesis, la cual recorrió íntegramente cuatro veces, siempre a pie o a lomo de mula.

Abogado de los matrimonios y familias

En sus primeros dos años, confirmó a unas 100.000 personas, fue instrumento de Dios para traer 300.000 personas al confesionario, casó por la iglesia a unas 9.000 parejas que habían estado viviendo en concubinato, y reunió a otras 300 parejas que se habían divorciado. Por otra parte, durante su primera visita distribuyó gratuitamente (a cambio de libros mundanos), unos 38,217 libros santos y 83.500 santas tarjetas, 20.663 rosarios, 8931 medallas sagradas.

Como arzobispo, consagró la Arquidiócesis de Santiago al Inmaculado Corazón de María y estableció la Cofradía del Corazón Inmaculado de María, Refugio de los Pecadores, en todas las estaciones de la parroquia y misión


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De regreso a España

En 1857 fue llamado a España como capellán de la reina Isabel. En 1849 al darse cuenta de que para mantener viva la fe del pueblo se necesitan sacerdotes entusiastas que vayan por campos y ciudades predicando y propagando buenas lecturas, se reunió con cinco compañeros y fundó la Comunidad de Misioneros del Corazón de María, que hoy se llaman Claretianos. Actualmente son 3.000 en 385 casas en el mundo. Fundó también las Hermanas Claretianas que son 650 en 69 casas. Estas comunidades han hecho inmenso bien con su apostolado en muchos países.

Un hombre santo

El Padre Claret vivió como el religioso más observante. Cada día dedicaba mucho tiempo a la oración. Su austeridad era proverbial y su sobriedad para las comidas y bebidas, admirable. Este era su horario: dormía apenas seis horas levantándose a las tres de la mañana; antes que se levantaran los demás tenía dos horas de oración y lectura de la Biblia, luego otra hora con ellos, celebraba su Eucaristía y oía otra en acción de gracias; desde el desayuno hasta las diez confesaba y luego escribía. Lo que peor soportaba era la hora de audiencia hacia las doce. Por la tarde predicaba, visitaba hospitales, cárceles, colegios y conventos.


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Un hombre perseguido

No es de extrañar que un hombre de la influencia del P. Claret, que arrastraba a las multitudes, atrajera también las iras de los enemigos de la Iglesia. Pero las amenazas y los atentados se iban frustrando uno a uno, porque la Providencia velaba sobre él que se alegraba en las persecuciones. Fueron numerosos los atentados personales que sufrió en vida. La mayor parte frustrados por la conversión de los asesinos.Pero fue peor, con todo, la campaña difamatoria que se organizó a gran escala por toda España para desacreditarlo ante las gentes sencillas. Se le acusó de influir en la política, de pertenecer a la famosa camarilla de la Reina con Sor Patrocinio, Marfori y otros, de ser poco inteligente, de ser obsceno en sus escritos refiriéndose a su libro "La Llave de Oro", de ser ambicioso y aún de ladrón. Pero Claret supo callar, contento de sufrir algo por Cristo.

Asistió al Concilio Vaticano I en Roma en 1870.

En este Concilio, pronunció un memorable discurso que fué muy bien recibido, comentado y elogiado. Es el único Padre asistente a aquel Concilio que ha llegado a los altares.

Su muerte

El día 8 recibió los últimos sacramentos e hizo la profesión religiosa como Hijo del Corazón de María, a manos del P. Xifré.

Llegó el día 24 de octubre por la mañana. Todos los religiosos se habían arrodillado alrededor de su lecho de muerte. Junto a él, los Padres Clotet y Puig. Entre oraciones Claret entregó su espíritu en manos del Creador. Eran las 8,45 de la mañana y tenía 62 años. Su cuerpo fue depositado en el cementerio monacal con una inscripción de Gregorio VII que rezaba: "Amé la justicia y odié la iniquidad, por eso muero en el destierro".

Después de su muerte, se le han atribuído numerosos milagros.


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Oración a Jesucristo - (Por San Antonio María Claret)

Haz, Señor, que ardamos en caridad 
y encendamos un fuego de amor 
por donde pasemos; 
qué deseemos eficazmente 
y procuremos por todos los medios 
contagiar a todos de tu amor. 
Qué nada ni nadie nos arredre, Señor. 
Qué nos gocemos en las privaciones. 
Qué abordemos los trabajos, 
Qué abracemos los sacrificios. 
Qué nos complazcamos en las calumnias 
y alegremos en los tormentos.

Señor, qué no pensemos sino como seguir e imitar a Jesucristo en trabajar, sufrir y procurar siempre y únicamente la mayor gloria tuya y la salvación de las almas. Amén

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PildorasdeFe.net | Biografía de Santos y Beatos
Con información de Ewtn.com

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